Irma Reyes Castañeda es la valiente mujer que alertó a la Policía mexicana que había acogido en su humilde vivienda a su sobrino Mario Alberto Reyes Nájera y su pareja, Gladis Giovana Cruz, los presuntos culpables de la atroz muerte de la pequeña Fátima Cecilia.
El rastro de Fátima se perdió el 11 de febrero después de que saliera de su escuela de la mano de una mujer
Mario y Giovana habían actuado en complicidad. Tras huir de su domicilio de San Felipe, en la alcaldía de Xochimilco, donde fue hallada evidencia vinculante con el crimen, pidieron asilo en casa de su tía Irma, junto a sus hijos pequeños.
Medios locales tuvieron acceso al reducto en el que Giovana y Mario, estuvieron bajo el amparo de su tía, en condiciones totalmente insalubres. Un lugar prácticamente a la intemperie, sin protección de ventanas ni techo que los protegiesen del frío.
Según su tía, cuando vio sus rostros en la televisión como presuntos culpables del brutal acto contra la pequeña, que estremeció a México, no dudó en encararlos y exigirles que le confesaran su maldad.
«Díganme qué pendejada han hecho», les dijo. Entonces les preguntó quién de los dos fue. Irma tuvo que escuchar la desgarradora confesión de Giovana, que aseguró haber colaborado pero quien terminó de acabar con la frágil vida de la pequeña fue Mario.
Cuando llegaron a su casa, confiesa Irma que en realidad no sabía que estaba protegiendo a dos asesinos. Sin embargo, cuando conoció la verdad, supo que lo mejor era alertar a la Policía, ya que un acto así, por más familia que fuera, no podía quedar impune.
Al ser interrogada sobre por qué delataría a su propio sobrino, ella no duda su respuesta:
«Como mujer, como madre, es algo que no puede ser, es algo que no tiene palabra, qué más podía hacer yo… Si hubiera podido hasta yo acabo con su vida».