El padre de Gabriel estaba seguro de que su pareja era la asesina, pero le aconsejaron disimular

La noticia del hallazgo del cadáver del pequeño desaparecido Gabriel Cruz, ha conmocionado a toda España. Aunque Ana Julia Quezada, la pareja de Ángel Cruz, el padre del pequeño, fue desde un inicio la principal sospechosa, siempre hubo la esperanza de que lo devolviera con vida, y que tan sólo estaría presionando para extorsionar a la familia por una mayor cantidad de dinero.

Sin embargo, la ahora detenida, después de que hallaran el cadáver del niño en el maletero de su auto, siempre trató de guardar sus espaldas, sosteniendo su gran mentira y engañando a todos, incluyendo a su propia pareja.

“¡No he sido yo¡ He cogido el auto esta mañana”, había exclamado entre llantos mientras la detenían con las manos tras sus espaldas.

Los investigadores habían sido testigos del momento en que la sospechosa sacaba de un pozo un bulto que parecía ser el cuerpo del pequeño, para después ponerlo entre mantas en el maletero del vehículo.

Claramente, su objetivo era cambiar de escondite la evidencia debido a que el radio de búsqueda había sido ampliado por las autoridades, sabiendo que así la ponían entre la espada y la pared y obligándola a buscar una última salida a su crimen.

Y es que a las autoridades ya no les quedaba ninguna duda de su culpabilidad, por lo que la empezaron a seguir las 24 horas del día, con la esperanza de que los llevaran al niño aún con vida, y con el afán de saber si actuó sola o con la complicidad de alguien más.

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Los guardias civiles decidieron proceder a su arresto cuando la mujer estaba a punto de entrar en un parking de la localidad de Vícar, momento que fue grabado y difundido en las redes sociales.

Poco a poco las esperanzas de que estuviera con vida se esfumaban, hasta que las autoridades vieron el bulto entre las mantas, que era nada más y nada menos que el cuerpo del pequeño Gabriel cubierto de barro. Por el mismo que Quezada había ejercido presión en la familia –de hecho era la única que insistía en ello- para que aumentaran la recompensa hasta por 30.000 euros, con el supuesto objetivo de que los culpables devolvieran al pequeño con vida.

Por esto, la tesis que se barajaba era que solo actuaba por dinero y que habría alguien ayudándola, pero que a la final encontrarían a Gabriel con vida.

Incluso el mismo Ángel Cruz, empezó a sospechar de su pareja, pero por consejo de la Guardia Civil se mantuvo firme a su lado, tragándose el dolor, pero sin que ella siquiera pudiera percibir sus fundados temores.

Las dudas se desataron desde el inicio, desde que Ana Julia Quezada no entregó su teléfono con la excusa de que lo había perdido, para después dar varias versiones sobre lo que había hecho durante esos diez minutos que permaneció en casa de la abuela Puri Carmen, la tarde de la desaparición.

El 27 de febrero Gabriel pasaba unos días en casa de su abuela paterna, y donde tenía a sus amigos cercanos. Y fue precisamente en aquella casa donde Ana lo vistió por la mañana, y después el pequeño pidió que lo dejaran ir a casa de una de sus tías, y lo dejaron ir solo porque eran apenas 100 metros de recorrido.

Ana permaneció en la vivienda diez minutos y después salió. Y ese lapso de tiempo fue el que nunca pudo aclarar a las autoridades ni lo que hizo ni lo que fue a hacer después.

Detrás de las investigaciones, siempre estuvo Ana en un segundo plano, la dominicana que llegó a la vida de Ángel, cuyo pasado turbio todavía no se termina de aclarar.

Por su parte, el show era completo; lloraba, gimoteaba, lucía la camiseta con el rostro de Gabriel y participaba en las búsquedas, hasta incluso arriesgar su salud lesionándose un tobillo al encontrar la supuesta evidencia que darían con el sospechoso: la camiseta del pequeño en un lugar que las autoridades ya habían rastreado cientos de veces. Con el adicional detalle que estaba seca, cuando había llovido intensamente el día anterior.

A partir de ahí, el foco siempre fue Ana. Muchos detalles la seguían apuntando como principal sospechosa, y se seguía contradiciendo en sus vagas declaraciones.

Para esto, el padre del pequeño, profundamente afectado, ya tenía la seguridad de la culpabilidad de su pareja, pero sacando las fuerzas de donde no tenía, mantuvo las apariencias como mejor pudo.

Hasta que el sábado, en un plan armado con las autoridades, acudieron a una inspección junto con Ana Julia, con el solo fin de ponerla nerviosa. Y la estrategia dio resultado, llevándola a mover el cadáver.

La Vanguardia

Ahora solo queda aclarar el móvil del horrible crimen de Ana Julia. Se sabía que a Gabriel no le agradaba mucho la mujer, pero las autoridades esperan que revele lo que realmente sucedió el 27 de febrero, y que haya tenido las agallas de acabar con la vida del “pescaíto”.

Esperamos que las investigaciones avancen y solamente salga a la luz la verdad.

Es impactante que el padre haya tenido que fingir una situación tan difícil como esta, con el objetivo de que logren detener a su pareja, la asesina de su hijo. Comparte tu opinión en tus redes.

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