Kobe Bryant se detuvo en la iglesia para rezar horas antes del viaje mortal en helicóptero

Apenas 3 horas antes de que el astro de la NBA se despidiera de este mundo, junto a su pequeña Gigi, de 13 años, de la manera más trágica tras el accidente en helicóptero que acabó con su vida, quiso pasar por el lugar donde siempre encontraba paz para pedir a Dios una bendición especial.

Era como si presintiera que una tragedia estuviera por sorprenderlo y quisiera irse con las «cuentas ajustadas».

Kobe Bryant asisitía con frecuencia a misa con su esposa Vanessa y sus hijas, a la Iglesia Católica Nuestra Señora Reina de los Ángeles, en Newport Beach.

Un poco antes de las 7 de la mañana del domingo, decidió que se detendría en la iglesia a rezar, ya que más tarde no podría asistir a Misa con su familia, como lo hacía siempre, según declaró el párroco, Steve Sallot.

«Lo vi antes de la misa de las 7 de la mañana. Charlamos durante un par de minutos, y luego siguió adelante, porque iba a tomar el helicóptero que luego lo mató», dijo el sacerdote.

«Nos dimos la mano, vi que se había persignado porque tenía un poco de agua bendita en la frente», agregó Sallot.

«Fue bautizado católico cuando era niño, cuando sus padres estaban en Italia».

«Era un hombre que nunca hablaba a los 4 vientos de su fe, pero ciertamente era un hombre de fe», recordó el sacerdote.

El obispo Timothy Freyer, escribió una publicación en la página oficial de la diócesis de Orange, describiéndolo como un «católico comprometido que amaba a su familia y amaba su fe».

Cuenta que aunque Kobe Bryant y su familia eran feligreses habituales que acudían a misa regularmente, siempre optaban por sentarse atrás, para así no llamar la atención y no distraer a la gente de lo verdaderamente importante: rezar.

«Se sentaba en la parte de atrás de la iglesia para que su presencia no distrajera a la gente de centrarse en la presencia de Cristo», escribió Freyer.

Antes de su encuentro con el sacerdote, el domingo, en la iglesia, había visitado la capilla de oración y estaba saliendo cuando habló brevemente con Sallot.

«Yo estaba entrando por la misma puerta cuando él salía, lo llamamos el revés de la gracia», dijo el sacerdote. Pocos segundos antes de marcharse, Kobe se regresó y le dio tiempo de hacerle una petición: «Algún día quisiera recibir el sacramento de la Confirmación».

Horas después de ese emotivo cruces de palabras, el destino lo sorprendría con la muerte a él y a las otras 8 personas que iban en el helicóptero con destino a Thousand Oaks, para el entrenamiento de baloncesto.

El sacerdote causó tanto revuelo con sus declaraciones que ha sido entrevistado por varios medios locales

Las casualidades no existen, dicen que uno muere conforme a cómo vive, y este hombre de fe se despidió del mismo modo. Que desde allá arriba envíe toda la fortaleza a su esposa Vanessa, y a sus pequeñas que tanto lo necesitan. ¡Comparte esta emotiva historia con tus amigos!

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