A su papá le darían el alta médica pero el coronavirus acabó repentinamente con su vida

El coronavirus ha dejado enlutadas a miles de familias alrededor del mundo, en la mayoría de los casos los pacientes fallecidos no pueden despedirse de sus seres queridos. Esa es una de las consecuencias más dramáticas y dolorosas de la pandemia.

Además, las víctimas mortales del COVID-19 no pueden tener funeral ni recibir un homenaje de parte de sus familiares, el protocolo de seguridad para prevenir los contagios ha prohibido todos los ritos de despedida.

Este caso ocurrió en Rochester, Nueva York.

Abby Reinhard ha decidido compartir su historia para tratar de entender qué fue realmente lo qué pasó con su padre. Un hombre de 76 años de edad quien sería dado de alta los primeros días del mes de abril pero repentinamente decayó y falleció sin poder despedirse de su hija ni de sus familiares cercanos.

Reinhard comenta que su padre fue al hospital por otros motivos de salud, pero estando ingresado dio positivo para el COVID-19.

Reinhard tiene tres hermanos que viven fuera de Estados Unidos.

Donald Adair se convirtió en una las miles de víctimas que fallecen ante este enemigo sin máscara que sin piedad afecta a grandes y pequeños. Reinhard comenta al respecto:

Todavía no he entendido lo que pasó con mi papá. Todavía se siente surrealista de alguna manera”.

Adair era padre de cuatro hijos, tres de ellos están fuera de Estados Unidos, ante la lamentable noticia y con todas las restricciones de seguridad por la pandemia solo podían verlo a través de una pantalla, mientras el padre luchaba por su vida conectado a un respirador.

Reinhard compartió su historia en las redes sociales para intentar comprender qué fue lo que sucedió, pero sobre todo, para tener un recuerdo de su padre y todo lo que padeció durante las últimas horas.

Adair se graduó de la Universidad de Harvard en la Facultad de Derecho.

Reinhard compartió su sentimiento con las miles de personas que han perdido a sus seres queridos debido al coronavirus, sin tener la oportunidad de mirarlos a los ojos y decirle cuántos los aman.

Cuando miré mi teléfono, aún conectado a la línea del hospital, tenía muchas ganar de volver contigo, aunque sabía que no estabas ahí realmente. Me imaginé tu cuerpo acostado en la cama y tu espíritu levantándose.

Te amo, papá, le dije al teléfono. Me detuve por unos minutos y presioné el botón rojo para finalizar la llamada”.

Desafortunadamente, cada día miles de personas mueren por el virus, aún cuando el personal médico deja el alma para intentar salvar la mayor cantidad de vidas, las víctimas cada día son más.

Solo en Estados Unidos al menos 23.070 personas han fallecido hasta la fecha, de las cuales 10.000 son de la ciudad de Nueva York.

Su hija lo consideraba un hombre de gran corazón, gran cerebro, y una ética de trabajo increíble.

Adair el 07 de abril formó parte de esa estadística tras más de 24 horas luchando por su vida. Durante ese tiempo todos sus hijos, residenciados en países diferentes, permanecieron en línea mientras lo escuchan respirar con dificultad.

Estuvieron en línea durante 36 horas, cuando decidieron descansar una hora Adair dejó de respirar, quizá no quería que sus hijos escucharan sus últimos suspiros. Parte del testimonio de la hija dice lo siguiente:

El terror que he sentido hoy es diferente a todo lo que he experimentado, y solo puedo imaginar lo difícil que ha sido para ti, papá. Lamento que estés pasando por esta pesadilla.

Fuiste al hospital después de decaer y se suponía que te darían de alta pronto. Pero el COVID-19 se extendió, insospechado, por el pasillo, antes de que tuvieras una oportunidad

Se siente raro reír y llorar. Estar conectado por teléfono contigo y mis hermanos mientras que las imágenes de años anteriores vuelven a la vida… Simplemente gemiste suavemente, y no sé si estás tratando de decir que nos amas, o si estas sufriendo. Te estamos escuchando y amando. Desearía desesperadamente poder estar contigo en persona, y odio imaginarte solo en esa habitación”.

Ante la trágica emergencia que estamos viviendo miles de personas en todo el mundo han perdido a sus seres queridos. Es fácil no sentirse identificado cuando solo vez números y estadísticas.

Solo cuando seamos realmente consciente de lo que está sucediendo, y sintamos empatía con el sufrimiento ajeno comprenderemos mejor la situación.

Historias como estas pueden tocar la fibra de quienes aún no creen en la gravedad de lo que está pasando. No dejes de compartirla en tus redes y quédate en casa.

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