Viuda desolada consigue el esperma de su marido tras horas de morir para cumplir su sueño

Jermimah Moylan, de 27 años de edad, vivió el día más feliz de su vida en el año 2015 cuando se unió en matrimonio con el amor de su adolescencia y de su misma edad, Sebastian Moylan, con quien tuvo una relación desde los 17 años. Juntos soñaron y planearon la familia que ansiosamente querían formar, y para el 2020 pensaban traer a su primer hijo al mundo.

Por tal motivo se embarcaron en una hipoteca y construyeron la casa de sus sueños, con varias habitaciones donde habitarían los niños y niñas que Sebastian añoraba que corriesen por su casa.

Sebastian y Jermimah padecían crisis de ansiedad pero siempre hablaban en pareja de sus propias luchas. Y aunque para Sebastian vencerlas superaba sus propias fuerzas, especialmente tras la repentina muerte de su padre 18 meses atrás, ambos se apoyaban mutuamente y estaban convencidos de que juntos saldrían adelante.

Pero el pasado 14 de agosto, Jermimah fue sorprendida con la decisión más desgarradora que tomó su marido sin previo aviso y sin anestesia alguna: se quitó la vida. Totalmente desolada y desconcertada, le pesaba no haber sabido percibir todo lo que se cocía en su interior.

Sin embargo, aunque su dolor era indescriptible, algo tenía claro y era el profundo deseo que tenía Sebastian de ser padre. Así que sin dudarlo, sin siquiera haber podido asimilar mucho su partida, el mismo día de su muerte acudió a la Corte Suprema de Nueva Gales del Sur para conseguir el permiso legal para extraer los espermatozoides de su marido y tras un tratamiento de FIV (Fecundación In Vitro) poder tener el hijo que tanto soñaron.

Afortunadamente, dio con un abogado que había ganado un caso similar y en menos de 4 horas consiguió el permiso necesario. Al día siguiente, el 15 de agosto, los médicos procedieron a la extracción del esperma del cuerpo de Sebastian en el Royal Prince Alfred Hospital, en Sidney, Australia.

El procedimiento se realizó con éxito y Jermimah tendrá un tiempo menor a 10 años para hacerse la FIV, pero deberá ganar otro juicio que le de el derecho a utilizarlo.

Una campaña en GoFundMe fue creada para poder ayudar a la viuda a pagar el funeral de su esposo, así como los honorarios de abogados, costos judiciales, urólogos, científicos y la hipoteca de la casa familiar.

«Jermimah todavía quiere tener un hijo con su esposo y criar a este hijo en la casa que construyeron juntos», se puede leer en la página de recaudación de fondos que ya ha reunido más de 50.000 dólares.

Por su parte, Jermimah reconoce que aunque fue una medida desesperada, es una manera de cerrar el luto y es como un hilo de esperanza y de ilusión al que se aferra sabiendo que ese pequeño será lo que le quede de su marido, ya que es el único hombre con el que siempre quiso tener un hijo.

«Habría sido el padre más increíble y su futura hija o hijo sabrán lo increíble que es y crecerá como si estuviera en la casa», agregó.

Además, quiere que el caso de su marido sirva para romper con el estigma de los problemas de salud mental. Le pesa que su marido no haya tenido la apertura suficiente para contar cómo se encontraba realmente, pero atribuye la culpa a la arraigada mentalidad en la sociedad de que «para los hombres es prohibido hablar de sus sentimientos y preocupaciones».

«Quitarse la vida es el resultado y no hay retorno de eso y es algo que nosotros como familia ahora sabemos demasiado bien», concluye.

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