Visita las viviendas de sus humildes alumnos para velar por ellos y termina desconcertado

Parece que el coronavirus no discrimina, pues cualquier persona es vulnerable ante la enfermedad, sin embargo los daños colaterales de la pandemia sí parecen distinguir entre un estrato social y otro.

Una forma evidente de esta situación surge cuando pensamos en la educación a distancia, aunque nos duela reconocerlo ¡No todos los niños están disfrutando de este derecho!

No todos los niños tienen acceso a un ordenador, tablet o teléfono inteligente. De hecho, muchos no tienen ni acceso a Internet y esto es una barrera gigante en los tiempos que vivimos. Un asunto que causaba gran preocupación al maestro José Jovino da Silva, quien decidió darle un rumbo diferente a sus estudiantes.

Para evitar que pierdan su año escolar y se queden sin instrucción, este educador de la Escola Professora Porfíria de Araújo, en Agreste de Pernambuco, Brasil, tomó su bicicleta para visitar a sus chicos de las zonas rurales y llevar sus clases hasta las casas.

En la comunidad en la que labora José existen 14 casas y sólo 4 tienen acceso a Internet, así que el maestro de 60 años entendió que en este momento tenía un compromiso aún mayor.

“El Departamento de Educación de la municipalidad me informó que iba a trabajar en línea con los niños. Dije: ‘aquí en el campo no hay Internet, sólo cuatro casas tienen, hay 14 casas. ¿Servirse cuatro casas y las otras diez?, ¿Cómo hacerlo?”.

José ahora imprime cada una de las lecciones y las reparte religiosamente a cada pequeño en la puerta de sus casas. Si alguno de ellos tiene algún tipo de duda, este maestro no titubea en quedarse un poco más de tiempo para explicar él mismo la lección. 

Al final de la tarde, José vuelve a pasar por cada residencia para buscar las tareas que deberá corregir. 

Para el educador una de las cosas que más lo han motivado es ver a los pequeños en los patios estudiando con sus padres, de algún modo los adultos se han involucrado más en las labores escolares de sus hijos.

 “He observado el interés que los padres tienen en resolver actividades con niños y es gratificante», dijo el maestro.

En 30 años que lleva como educador, esta sería la primera vez que José Jovino se enfrenta a una situación como esta, sin duda ha sido extraordinaria para todos, pero él ha sabido muy bien cómo solventarla. 

A este maestro nadie le pagará extra por el trabajo que realiza en esta pandemia, es muy seguro que su labor no sea de las más remuneradas pero cuando se tiene vocación cualquiera hace esto y más por servir y ejercer. Nos alegra saber que aún quedan maestros así de entregados y comprometidos con sus alumnos y el futuro de su país.

Porque no todo es gris en estos días de confinamiento, historias como la de José nos llenan de inspiración ¡Compártela en tus redes!

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