Recorre 30 kilómetros incluso bajo el agua para poder ayudar a sus humildes alumnos

Se necesitan dos horas para llegar a la impresora más cercana de una humilde región en Brasil; e incluso hay que cruzar arroyos llenos y carreteras inundadas, pero nada detiene a un abnegado profesor de una escuela rural que vela por la educación de sus 88 estudiantes.

Un profesor de la escuela local de Raposa Serra do Sol, llamado Telmo Ribeiro, de 48 años de edad, debe aventurarse a lo que bien podría ser una película de acción para poder conseguir el material impreso que necesitan sus alumnos para cumplir con sus deberes escolares.

“Ha sido un desafío y un esfuerzo físico. Pero, estamos haciendo nuestra parte como educadores, tratando de tomar como misión lo que tenemos, que es preocuparnos por la enseñanza y el aprendizaje de nuestros niños y jóvenes”, señala el noble profesor.

El profesor considera que todo esfuerzo merece la pena considerando que se trata de la formación profesional de los alumnos de la escuela indígena “Presidente Afonso Pena”, labor que también realizan sus otros 5 compañeros.

Ubicada en la comunidad Matri, en Normandía, al norte de Roraima, la escuela atiende a niños y adolescentes indígenas de otras tres regiones dentro de la reserva Raposa Serra do Sol. Graduado en comunicación y arte por la Universidad Federal de Roraima (UFRR), Telmo imparte clases a alumnos del 6º al 9º grado de la escuela primaria.

Cada 15 días, Telmo recorre unos 30 kilómetros para imprimir las actividades de sus alumnos. Esto se debe a que la escuela no tiene impresora y la más cercana a la comunidad está en la región del lago Caracaranã.

El trayecto dura dos horas y se realiza en motocicleta, bicicleta y a pie; en medio de arroyos y caminos de tierra inundados, pero con un gran deseo de llevar la educación a las personas humildes.

“La gente sufre. Estamos en el año 2020, pero da la impresión de que estos lugares están paralizados en 1980. Si no lo hacemos por nuestra gente, no vendrán otros a hacerlo, por los retos que afrontamos”, afirma el profesor.

Pese a la ardua labor, esta es la mejor opción que tienen los profesores de esta escuela para cumplir con su deber, debido a que el viaje a las otras dos imprentas cercanas, en las comunidades de Raposa y Guariba, es aún más largo.

“Para imprimir las actividades, vamos en motocicleta hasta el arroyo abarrotado. Una vez allí, hay que buscar la forma de cruzar sin mojar el material de los alumnos. Al otro lado, se toma la bicicleta, después se camina por la carretera sumergido en el agua. Además, corremos el riesgo de encontrarnos con animales como caimanes y serpientes”, señaló el profesor.

Después de imprimir, este profesor repite la ruta completa en su camino de regreso y entrega las actividades impresas en la casa de cada alumno.

Los 6 profesores de esta escuela rural trabajan arduamente, desde las 7 de la mañana y hasta las 6 de la tarde, para poder realizar los deberes en cada casa con los alumnos, siendo el mayor ejemplo de determinación y empatía.

No dejemos de apoyar el trabajo de todos los profesores que están dando lo mejor de sí en tan difíciles momentos. ¡Son héroes sin capa al servicio de la educación!

El acto de solidaridad y compromiso de este profesor con el futuro de su país merece ser reconocido y aplaudido por todos. No te vayas sin compartirlo.

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