Un pediatra de 92 años ha conmovido al mundo con su admirable entrega y abnegado amor por su profesión, decidiendo seguir atendiendo a niños gratuitamente porque desea morir de pie, ayudando.
Hay personas que ni jubilándose se alejan del ejercicio de su profesión. La verdad, cuando alguien tiene la voluntad y el espíritu de servicio, ni los años ni la condición le impedirá hacer lo que más ama. Y si no crees lo que te digo sólo espera conocer la historia de Ivan Fontoura, un pediatra de Brasil, quien acercándose al siglo de vida, no ha dejado de pasar consultas.
Este abuelo podría pasar sus días en la comodidad de su hogar disfrutando de la compañía de su esposa Eva, una enfermera de profesión; sin embargo, la pareja ha decidido prestar sus servicios gratuitos en una humilde comunidad.
El pediatra de 92 años sigue atendiendo a sus pequeños pacientes porque quiere morir de pie, ayudando
La pareja trabaja por filantropía, ya que no reciben ninguna remuneración por sus servicios. Desde hace 30 años, estos abuelos atienden a los niños en Praia de Leste, un centro de salud en la comunidad de Pontal do Paraná (Brasil), y pese a las jornadas extenuantes Ivan se niega a retirarse.
«Trabajaré hasta que no pueda. Quiero morir de pie. Físicamente sufro, trabajando sin parar, descansando sólo para tomar café, pero ser médico es eso. Después nos recomponemos y continuamos», dijo el tierno pediatra.
La pareja trabaja por filantropía, ya que no reciben ninguna remuneración por sus servicios.
Además de su hermoso espíritu, Ivan es un profesional muy bien preparado en su área, pues tuvo la oportunidad de especializarse en una de las mejores universidades del mundo, la Sorbona en Francia.
En 1951, a la edad de 24 años, Ivan egresó de la Universidad Federal de Paraná. Después obtuvo su maestría en la Universidad de California y seguido de un doctorado en Sorbona. Así que este hombre es un profesional de alta cátedra.
Pero su ambición de conocimientos estuvo siempre a la par de su vocación para servir. La dedicación que tiene por su profesión siempre ha estado motivada por su espíritu altruista y no por pensar en dinero o una posición.
“Ya gané dinero para vivir. Siempre he estado conectado con niños necesitados, socialmente, y quería continuar. Había una necesidad de ayudar aquí”, dijo Ivan.
Este hombre es realmente un gran ejemplo de ética y vocación. Con más de 68 años de ejercicio, su amor por los niños no le permite retirarse. Por eso, aunque obtuvo su jubilación en el 2005 continúa asistiendo a los pequeños más necesitados.
“La verdad es que comencé a querer ser médico después de recibir la visita de un cirujano hace casi 90 años. Vi su cuidado y eso fue mágico. Poco a poco, mientras estaba estudiando, siempre pensaba en ser médico. La medicina ha sido un trabajo duro, pero es una fuente de mucha alegría. Y esta es una paga mucho mejor”, dijo Ivan.
Para él la medicina lo es todo, y eso lo supo desde muy pequeño.
Los habitantes de la comunidad quieren y admiran mucho al pediatra, no sólo por sus años y su profesión sino por su gran humildad. La verdad, este hombre ha sabido cómo ganarse el corazón de todos y lo mejor es que él continua disfrutando de su carrera.
“No ha habido un día en la historia médica que no haya aprendido nada diferente. La medicina te hace aprender, vivir momentos dramáticos y guardar todo para siempre”, dijo Ivan.
Qué grato saber de este tipo de personas que dedican su vida al servicio sin límites, cuando ya deberían estar descansando y disfrutando de su jubilación. Para ellos su alimento es sentir que todavía son útiles al mundo, y que mientras tengan aliento, seguirán sirviendo sin parar. ¡Cuánto por aprender!