«Lo intenté pero la anorexia me ganó», escribió Pippa, de 15 años, antes de quitarse la vida

No es un secreto que existen estereotipos de belleza establecidos por la sociedad y la gran industria de la moda que ejercen una gran influencia sobre la población, especialmente en adolescentes.

Lamentablemente la influencia no siempre es positiva, en muchos casos generan discriminación, y la necesidad imperiosa de forzar cambios en la apariencia física para obtener la aprobación del entorno.

Los jóvenes que padecen problemas de autoestima son los más vulnerables a aquellos trastornos asociados a la apariencia física como la anorexia y bulimia o depresión crónica.

Esto ha motivado a muchas organizaciones a emprender una campaña contra la discriminación y promover la aceptación y autoestima de todos los seres humanos sin importar su condición física.

A Pippa McManus le diagnosticaron anorexia a los 12 años de edad y tres años después de un tratamiento que no dio resultado ella decidió quitarse la vida arrojaron su cuerpo a las vías del tren después de haber escrito en una nota: “Lo intenté, pero la anorexia me ganó”.

Cuando Pippa tenía 12 años comenzó a sentir mucha preocupación por su peso y su imagen tras años observando las series y las campañas publicitarias donde incitaban a la delgadez como un aspecto positivo.

Ella comenzó a hacer ejercicio y se sometió a un régimen alimenticio para adelgazar, decía continuamente que su barbilla no le gustaba.

Su familia se preocupó por sus sesiones de ejercicios, y su ayuno, en Navidad Pippa se desmayó y la trasladaron al hospital, esa fue la gota que rebosó el vaso.

La atendieron en el servicio de salud mental infantil de Stockport y determinaron que era el peor caso de anorexia nerviosa que habían visto, Pippa pesaba solamente 27 kilos.

Pippa recibió un tratamiento psicológico pero no mejoró, a pesar de que controlaban su dieta controlando sus comidas ella seguía sintiendo obsesión y repulsión por su cuerpo, incluso llegó a vendarse los pies porque consideraba que eran demasiado grandes.

Su estado de salud era muy grave, así que la internaron en una clínica de rehabilitación y tratamiento para personas con dismorfia corporal, a pesar de toda la atención psicológica y psiquiátrica que recibía Pippa no lograba mejorar.

En el centro de salud le autorizaban salidas en las que ella solía reincidir en sus peligrosos hábitos, sus padres solicitaron que no permitieran que Pippa volviera a casa ya que habían registrado su habitación y encontraron dentro de un osito de peluche varios objetos punzantes, una cuchilla que estaba manchada de sangre y una nota de suicidio.

“No quiero crecer y tener una vida, en estos momentos no la tengo. No soy capaz de luchar más contra la anorexia. Lo he intentado mucho, pero me ha ganado”.

A pesar de la petición de sus padres la clínica autorizó una salida en diciembre y Pippa regresó a su casa para compartir con su familia, pero no contuvo sus ganas de hacer ejercicio de manera excesiva y compulsiva.

Sus padres trataron de convencerla de que dejara el gimnasio y ella gritó: “Me voy a quitar la vida ahora mismo”, y salió de su casa.
Habían transcurrido dos horas cuando las autoridades policiales se presentaron en la casa de los McManus para informarles una devastadora noticia, ella había saltado las vías del tren para acabar con su vida.

Su familia estaba devastada, fue muy difícil superar el duelo de perder a Pippa de esa forma tras una lucha infructuosa contra la dura batalla que enfrentaba. Sus padres y sus tres hermanos sufrieron mucho para asimilar tan irreparable pérdida.

Pero después de unos meses, la familia creó The Pip Foundation for ABC Anorexia y Bulimia Care, una organización sin fines de lucro que ayuda a otras familias que luchan contra estos trastornos.

“Mi hermosa hija Pip se quitó la vida el 9 de diciembre de 2015, solamente tenía 15 años. Nuestro sufrimiento nunca cesará. Ella pasó los últimos tres años de su vida luchando contra la anorexia, malnutrición, depresión y auto-lesiones. No quiero que la vida de Pip y su sufrimiento hayan sido en vano. Siempre que podía intentaba ayudar a otros por eso queremos seguir con su labor a través de esta fundación, explicó su madre.

Así que decidieron crear un centro de diagnóstico precoz en Manchester especialmente dedicado para atender a preadolescentes y adolescentes.

Ellos quieren atender a la necesidad de un diagnóstico temprano de esas peligrosas enfermedades que suelen confundirse con la inseguridad de los jóvenes de 16 a 30 años y los cambios típicos de humor y carácter típicos del inicio de la adolescencia y durante toda esa etapa de desarrollo.

La historia de Pippa es muy conmovedora, nos llegó al corazón. Admiramos la iniciativa de su familia que en medio del dolor emprendieron una campaña para ayudar a todos los jóvenes que padezcan algún trastorno alimenticio y psicológico para demostrarles que hay maneras de salir adelante y ganar la batalla.

El doctor Janet Walsh es un psiquiatra de adolescentes que aseguró que existían altos riesgos de suicidio para Pippa desde que le dieron de alta del cuatro de diciembre de 2015 tras 15 meses interna en el centro de salud.

Los padres de Pippa alegan que su hija no recibió el apoyo necesario para su recuperación y que no debieron autorizar su salida del centro de salud. Luchan para que se haga justicia y todos los pacientes con afecciones similares a las de Pippa reciban el tratamiento adecuado.

Daily Mail / The Guardian

Han emprendido una campaña en Just Giving para recaudar fondos destinados a su organización. Puedes visitarla aquí.

No te vayas sin compartir la historia de Pippa con tus amigos, si tienes algún ser querido que presente síntomas de padecer un trastorno alimenticio ayúdalo a diagnosticarse a tiempo y recibir tratamiento médico.

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