Los niños que son amados se convierten en adultos emocionalmente sanos que saben amar

La necesidad de ser amados que tienen los niños cuando nacen, si es cubierta por sus padres, repercutirá en las acciones que estos realicen en su posterior adultez. El vínculo de apego seguro que se establezca duranta la primera etapa de la infancia determina la capacidad de amar y ser empático de esos pequeños con el paso del tiempo.

Los niños amados establecen relaciones emocionales y sociales sanas.

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Los padres tienen una gran responsabilidad en este sentido. Deben proporcionar a sus hijos un ambiente afectivo en el cual se sientan seguros.

El mapa mental y físico que se crea en la mente de un pequeño, incidirá en su capacidad futura de amar y de sentir.

La infancia es el recuerdo más básico. Aquello que nos rodea durante esa hermosa etapa de nuestras vidas dejará una huella imborrable y eterna.

De esa marca dependerá nuestra posibilidad de establecer relaciones emocionales y sociales sanas, es así como aprendemos cómo amar y ser amados.

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Desde que nacen, los niños, no solo aprenden lo que ven, sino también lo que no ven. Las emociones y los sentimientos se enseñan y se contagian.

Estas se quedan ancladas en el inconsciente y en el cuerpo de los más pequeños. Finalmente, nuestro ejemplo ayudará a desarrollar la capacidad de amar o no.

Por tanto, el afecto es consustancial al nivel de autoestima del niño, pero, además, favorece el desarrollo de una personalidad en armonía con el entorno.

Y es que, el amor es el vehículo mediante el cual, los padres, pueden enseñar a sus hijos a manejar los miedos, la rabia, y enfrentar otro tipo de emociones humanas.

Mientras su cerebro se desarrolla el niño no es capaz de reconocer e identificar sus emociones, depende de su entorno para «ponerle nombre» a lo que está sintiendo sin ser invalidado.

Necesitan aprender desde el ejemplo a reconocer qué sienten y tener herramientas para expresarlo recibiendo la contención, apoyo y acompañamiento que necesitan.

“Es muy importante hacer que nuestros niños se sientan amados desde el vientre de su madre. Amarlos y educarlos en valores tales como la empatía, enseñarlos cómo conducir la rabia, la ira, la adaptabilidad, la confianza en uno mismo”, se lee en un estudio publicado recientemente.

El amor es el mejor alimento para el alma de cualquier persona, pero, sobre todo, para el corazón de los niños.

Nuestro afecto incondicional hacia ellos les ayudará a que su autoestima aumente exponencialmente. A que confíen en sí mismos y en sus decisiones.

Pero, no solo eso. También les permitirá fortalecer su identidad, su seguridad, su autocontrol, y los impulsará a desarrollarse equilibradamente. Sobre todo, lo más importante, los llevará a convertirse en adultos que sabrán amarse a sí mismos y a los demás.

Todo ello será la consecuencia natural de haberse sentido importantes desde siempre, respetados y amados. En consecuencia, ellos también aprenderán a amar desde el respeto y la empatía.

“La personalidad de un niño se basa sobre los procesos innatos, presentes desde su nacimiento. Estos esquemas biológicos podrían ser o no ser apropiados.

Entonces, un ambiente afectivo positivo viene a ser todavía más importante para el sano desarrollo emocional del niño”, agrega el texto.

Sin embargo, la alta autoestima en el niño no solo se logra con elogios. Debemos enseñarles a hablar de sus emociones para que logren entenderse y conocerse.

Por ejemplo, si un niño es tímido y se rodea de adultos sobreprotectores, será incapaz de superar los miedos y gestionar las emociones.

Las palabras de aliento y los privilegios que les concedamos a nuestros pequeños por su buena conducta son positivos. Eso sí, solo si son consecuencia de resultados específicos y de si se ha logrado que adquieran nuevos conocimientos y habilidades para la vida.

Pero, también hay que hablar del estrés, nocivo para cualquiera incluyendo a nuestros hijos, pero que es un elemento más a considerar.

De manera que, en lugar de sobreprotegerlos, es más importante y sano enseñarles a afrontar las dificultades. Claro está, todo con mucho amor.

En conclusión, educar a los niños basados en el amor incondicional es vital para los padres, parientes o educadores que los rodean. Es importante hacer que se sientan queridos, para que puedan irradiar al mundo ese mismo amor que recibieron.

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