“Me llamó sollozando, murió y no pude estar ahí” – El drama de una madre que perdió a su hija

Mary Hagen Roberts, de 64 años, es la madre de Laura, una joven de 33 años que perdió la vida por cáncer gástrico difuso, aunque en los últimos días presentó repentinamente dificultades respiratorias, fiebre y tos, así que la clasificaron en el hospital donde estaba ingresada como presunto caso de COVID-19.

Pocos días después de ser ingresada por última vez en el hospital, Laura llamó a su madre. “Me llamó, estaba frustrada y sollozando porque a nadie se le permitía ir a visitarla al hospital, ni a mí, ni a su novio, Brett”, relató la madre.

Tampoco le habían permitido a su madre llevarle ropa. No podía ir al hospital.

Laura estaba en su habitación completamente sola, las enfermeras, colapsadas de trabajo, la visitaban para vigilarla, pero ante el riesgo de que padeciera coronavirus le hacían un seguimiento telefónico o a través de la ventana de vidrio de su habitación.

La joven era profesora de química y biología en una escuela secundaria, ante la pandemia, estaba haciendo su trabajo a través de Internet.

El pasado 12 de abril a Laura le dieron el alta médica con oxígeno complementario y recomendándole visitas de atención médica domiciliaria.

Tras regresar a casa, Laura dio clases a distancia, cocinó, reformó el baño de su casa y paseó a su mascota, compartió con su madre recetas de comida, en su cumpleaños su madre le dio la guía de viajes de París que le había pedido.

Continuaba usando oxígeno y sus necesidades de recibirlo aumentaban progresivamente.

El sábado 18 de abril Laura se desmayó mientras paseaba a su perro, su madre le dijo que, si quería que la fuera a buscar, pero Laura se recuperó y le dijo que no quería que se expusiera a contagiarse de COVID-19.

El 20 de abril a Laura le harían una broncoscopia, cuando obtuvo el resultado, que no fue nada alentador, llamó a su madre llorando para decirle que su falta de oxígeno no se debía al coronavirus, sino que su cáncer se había diseminado hasta afectar sus pulmones.

Los médicos le dijeron que en caso de no recibir un tratamiento agresivo solo tendría un mes de vida.

Mary relató: “Le dije que la amaba con todo mi corazón y que la apoyaría de cualquier manera. Comencé a empacar para el viaje de cuatro horas para estar con ella al día siguiente”.

Laura murió al día siguiente, “Me han dicho que estaba lúcida, que hablaba y que se tomaba un batido justo antes de morir. Una enfermera estaba con ella para discutir las opciones de cuidados paliativos, en caso de que Laura los eligiera.

La enfermera aumentó los fármacos para el dolor y la ansiedad de Laura, que cada vez tenía más dificultades para respirar.

Laura incluso había caminado un poco antes de morir.

“Se desplomó, desapareció y yo no estaba con ella. Y no tengo idea de cómo continuar ahora que ella se fue o qué hacer con mi dolor increíble e insoportable. Alguien necesita decirme cómo llorar, ya que he encontrado que gritarle a la gente por no usar mascarillas o quejarme de aquellos que empujan y se aglomeran en las filas de las tiendas y supermercados no me ayuda”, dijo la madre.

“Díganme cómo llorar cuando no se nos permite tener un funeral o un rito de despedida para rendirle homenaje, el precioso cuerpo de mi hija desapareció en la parte de atrás de una miniván de una funeraria”, agregó.

La madre asegura que necesita los ritos funerarios para poder despedirse, desahogar y dolor y honrar la memoria de su hija.

“Me duele sostener a mis nietos, quiero abrazar a mi hermana y ver a mis hermanos que viven a muchos kilómetros de distancia. Echo de menos a mis amigos. Quiero ir a la cervecería favorita de Laura y llorar junto a sus amigos y compañeros de trabajo”, dijo la madre.

La desconsolada madre debe mantenerse aislada porque padece la enfermedad de Addison y su sistema inmune está comprometido.

“Me levanto todas las mañanas y me acuesto cada noche con este agujero en mi corazón, y no sé cómo avanzaré”, dijo Mary, quien vive con su esposo John en Salida, Colorado.

Laura estaba planeando su boda con mucha ilusión, su novio Brett le pidió matrimonio durante unas vacaciones que hicieron a Andalucía, España en 2017.

Pero en enero del siguiente año en una cirugía de rutina le diagnosticaron el cáncer.

El testimonio de esta madre ha conmovido a miles de personas, compartamos un mensaje de solidaridad con ella y todos los que han perdido a un ser querido en esta época sin poder despedirse.

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