Maestra publica el drama de sus alumnos obligados a dormir en el duro y frío suelo de su salón

No es fácil ser maestro, pues no solamente hay que ser eso, sino también un guía, un consejero que resalte en sus alumnos los valores supremos de la humanidad y cree conciencia de la responsabilidad y disciplina, bases fundamentales para la correcta formación de mujeres y hombres de bien.

Sin embargo, no todas las escuelas poseen las condiciones esenciales para llevar a cabo la magna tarea de educar a las futuras generaciones.

No obstante, el deseo de aprender puede más que cualquier obstáculo por grande que este se presente, y a este grupo de estudiantes de una comunidad indígena en la Sierra Tarahumara, en México, no le importa dormir en el suelo del aula y comer solo una vez al día, con tal de aprender.

Este hecho ha conmovido a las redes sociales que han estallado en frases y comentarios de apoyo y solidaridad con la maestra, quien se decidió a alzar su voz para implorar a las autoridades, al propio presidente Andrés Manuel López Obrador, o a cualquier persona capaz de ayudar, para que sus queridos y sacrificados alumnos, gocen de una educación digna y de calidad.

La educadora explica que sus niños deben hacer un trayecto a pie de entre cuatro y seis horas para llegar al plantel, y cuando el río Tuaripa crece, no les queda otro remedio que pernoctar toda la semana en el salón de clases, pues el lugar carece de puente. “Sólo cuento con un salón, el cual me sirve como comedor, como salón de clase, y como dormitorio debido a que los niños que estudian en esta institución son de comunidades alejadas a más de cinco o seis horas que recorren caminando”, dice en el mensaje.

“Llegan y se establecen ahí y permanecen durante los periodos escolares, sin sus padres y los encargados de ellos somos una coordinadora de cocina y yo, que somos las que estamos ahí en la escuela. En cuanto a la comida sólo recibimos el apoyo de tiempo completo, el cual no es suficiente ya que los niños solo se alimentan una vez al día, no contamos con luz eléctrica, ni una placa solar”, resumió la docente sobre las condiciones en las que estudian los pequeños.

Pero además, la maestra agregó que los niños tampoco cuentan con ropa y calzado adecuado, así como pidió por el restablecimiento operativo de la cocina y abogó por la necesidad de visibilizar a las comunidades marginadas, ya que no sólo las zonas urbanas tienen derechos.

Estos niños están ávidos de estudiar, de aprender, de ser cada día mejores personas, pero para lograrlo, necesitan vivir en un ambiente favorable.

“Por eso les pido que compartan mi publicación, para que las autoridades pongan atención a estas comunidades, ya que alumnos y docentes necesitamos atención”, agregó la maestra.

El maestro verdadero es amigo de sus alumnos y muchas veces para toda la vida, porque al buen educador siempre se lo recuerda con cariño.

Maestra Daniela

Estos seres abnegados, ejemplares, que sacrifican hasta su vida familiar por sus alumnos, cosechan lo que siembran, pues, como pudimos ver en esta historia, el amor por el saber y la necesidad de crecer como persona puede más que mil inundaciones juntas para este grupo de admirables niños.

Sin embargo, ya es tiempo de que los gobiernos terminen de reconocer con justicia el empeño y la dedicación que imprimen los maestros, quienes año tras año moldean los espíritus de nuestros hijos y forman ciudadanos que ahora son profesionales, militares, ministros y presidentes.

Pero sobre todo, ya es tiempo de que volteen a ver el dolor de caminar con los pies casi desnudos para poder aprender la letra «A», de las comunidades en extrema pobreza.

Comparte esta hermosa historia con tus seres queridos y no olvides a los maestros, pero sobre todo levantemos la voz por esos niños que necesitan de nuestra ayuda.

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