Madre primeriza entra en crisis después del parto pero la llamada de una amiga lo cambia todo

Sabemos que una de las etapas más difíciles para toda mujer es entrar en trabajo de parto, ni se diga, de la larga y hermosa jornada que empiezan cuando dan a luz. Ser madre es por mucho, una de las mejores bendiciones que disfrutan las mujeres, sin embargo, se debe admitir que no todo es color de rosa.

Detrás de tanta felicidad algunas mujeres sufren un dolor incomparable y son víctimas del trastorno posparto. Algo por lo que Gabrielle Lyn Dunn pasó sin tener idea de lo que estaba haciendo.

Gabrielle es de Glenpool, Oklahoma.

Gabrielle no solo es madre primeriza, sino una de esas mujeres que creen poder hacerlo todo sola, incluso si tienen al esposo y nuevo padre al lado. En su nueva etapa como madre estaba aterrorizada, no tenía idea de lo que estaba haciendo, mucho menos si lo estaba haciendo bien.

Tras salir de la clínica se sentía abrumada, llena de duda e invadida de miedo, todo lo que hacía era llorar y ser muy dura con ella misma. Gabrielle comenta que los primeros días fueron muy difíciles, incluso pasó un par de días sin bañarse mientras el bebé estaba cubierto de saliva.

Sufre de TOC, es un trastorno obsesivo compulsivo.

Le costó mucho administrar su tiempo y mantener la higiene personal no solo para ella sino para su bebé. Su esposo trabaja turnos dobles en el trabajo para tener mayores ingresos, Gabrielle pasaba la mayor parte del día sola intentando salir del caos y ser una buena madre.

Cada día era una nueva lucha llena de nuevas responsabilidades, su aspecto cada vez estaba más deteriorado, no comía, no dormía, no se duchaba. No fue sino hasta que recibió una llamada de una amiga que todo cambió, un verdadero ángel manifestado a través de una llamada para Gabrielle.

El tiempo de la depresión posparto es relativo.

Becca estaba del otro lado del teléfono, solo fue necesario un ´Hola´ para sentir que nada andaba bien en la casa de su amiga.

Tras algunas preguntas Gabrielle no pudo responder y se echó a llorar, motivo suficiente para que su amiga colgara el teléfono y llegara a casa. Becca la calmó, hizo que comiera y se diera un buen baño.

«Gracias, Becca, por amarme a mí y mi dulce niña. Gracias por dejarme llorar y gracias por hacerme hacer cosas por mí misma de vez en cuando. Incluso si es solo para tomar una ducha y comer”.

A veces solo es necesario encontrarnos con nosotros mismos para poder tomar las riendas dela asunto, respirar un poco y estar rodeado de personas que te motiven a seguir y den amor cuando sientas que todo es un caos.

Por suerte, Gabrielle ya está mucho mejor y ahora es una madre mucho más tranquila y organizada.

Comparte la nota en tus redes y motivemos a todas esas madres que creen no poder para que vean que todo es posible solo con un poco de amor extra.

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