Madre e hija construyen una vivienda con desechos después de perderlo todo y dejar la ciudad

Se ha dicho muchas veces que la necesidad es la madre de los inventos, y en Brasil una mujer y su hija lo pusieron en práctica. Cuando quedaron desempleadas decidieron irse al campo, lo que hicieron para tener un lugar donde vivir dejó sorprendido a todos.

Se quedaron sin trabajo pero no perdieron la esperanza

Suzany Karoliny Moura, de 28 años, es Licenciada en teatro egresada de la Universidad Federal de Tocantins (UFT) y trabajaba como profesora. Vivía con su madre que es peluquera, pero ambas quisieron darle un vuelco a su existencia lejos de la ciudad y comenzar una nueva vida juntas como siempre han estado.

«Siempre hemos sido solo mi madre y yo. Yo la tengo y ella me tiene a mí. Soy hija única, mi madre me crio sola sin la participación de mi padre. Siempre contamos con nosotras mismas», dijo Suzany.

Las mujeres escogieron un hermoso asentamiento en Tabocão, en la región central de Tocantins, es un lugar muy lindo y natural, pero debían resolver dónde iban a vivir y, de común acuerdo decidieron fabricar su propia casa autosostenible con botellas de plástico y materiales que prácticamente se encuentran en la basura.

“No falta material, pero no es tan simple. Ya hemos usado todas las piedras más cercanas a la casa, así que ahora tenemos que bajar la colina y elegir las piedras. Tienen que ser de todos los tamaños; empezando por el cimiento, con piedras más grandes, y después están las medianas y pequeñas”, agregó la exprofesora.

Comenzaron muy entusiasmadas la construcción en agosto del año pasado, todo lo han hecho ellas con escasos recursos. Van tomando las piedras, cargándolas una a una con sus brazos, igualmente con las botellas; también preparan una mezcla a base de arcilla mezclada con arena del lugar y una mínima cantidad de cemento.

También pensaron en un pequeño jardín. Cuando les tocó el turno a las ventanas tuvieron que ingeniárselas para conseguir los materiales, era importante que estos garantizaran que el resultado final luciera fresco y claro: necesitarían ruedas de moto y bicicleta.

«Fui a la basura con mi amigo que tiene un taller de motocicletas. Me dijo: ‘¿para qué quieres esto?’, dije que era para hacer las ventanas”, contó la madre.

Terezinha siempre fue cuidadosa con el manejo de sus desechos, su hija creció viéndola separar la basura orgánica de los vidrios y los plásticos. José Batista da Silva Brito, quien es un amigo de ambas las ayudó a instalar un tanque de agua, aunque la original vivienda ya cuenta con el preciado líquido, aun no cuenta con electricidad, también tienen una nevera para poder conservar sus alimentos.

Durante todo este proceso de construcción las dos mujeres se sintieron más unidas que nunca, y confirmaron lo que hace tiempo ya sabían, que no hace falta lujos ni riquezas para ser felices, lo más importante es el amor y a ellas dos les sobra.

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