Sus hijas temen por su vida, pero ella se rehúsa a abandonar su peligrosa profesión

Cuando un padre regresa a casa después de un largo día de trabajo, el mejor de los regalos es ver a sus niños, y ellos también se contentan por la llegada. Pero las hijas de esta mujer de Inglaterra no sólo se alegran, sino que sienten un gran alivio y agradecen por ver a su madre de nuevo en casa.

“No mueras hoy en el trabajo” es la petición que a diario hacen sus hijas a la oficial de policía Laura Gargett, de 48 años.

Diariamente esta mujer se enfrenta a diferentes situaciones que ponen en peligro su vida y sus pequeñas lejos de querer una madre héroe, quieren solamente tenerla durante muchos años más.

Sin embargo, a pesar de los ataques violentos, las largas horas de trabajo, el divorcio y la reducción salarial, Laura ama su oficio y siente la gran responsabilidad de proteger a su comunidad de West Yorkshire.

Por este motivo la oficial no pretende colgar su uniforme y ha decidido entrenar a sus hijas para los posibles riesgos que enfrenta.

“Me aseguro de tener todos mis asuntos en orden y que mi hija de 17 años, Charlotte, sea plenamente consciente de lo que se requiere de ella en ese evento. Los oficiales de policía son asesinados de manera alarmante y regular”, dijo la oficial Gargett.

En la Navidad del 2017 mientras todos comían en familia, las hijas de Laura la recibían con lesiones en su rostro y los ojos negros. La oficial había resultado afectada tras atender el caso de una pelea entre dos mujeres. Ese día, el turno de Laura terminaba temprano pero la mujer no dudó en alargarlo para ayudar a sus compañeros con los casos del día.

«Mis hijas estaban horrorizadas, y durante un tiempo después de eso, cuando salía por la puerta, decían cosas como: ‘Por favor, no mueras en el trabajo hoy, mamá’”, confesó Laura.

Pero a pesar del riego, esta mujer con 10 años de servicio tiene una vocación innata. Laura siempre había querido ser policía pero debido a su estatura fue rechazada de la academia a finales de los 80.

La mujer optó por estudiar enfermería y se licenció en esta carrera pero, tras años en el campo de la salud, se topó nuevamente con la idea de convertirse en oficial.

En una ocasión la mujer estaba atendiendo a un policía que había sido herido y tras meses de recuperación y la confianza que establecieron, esta terminó por contarle su gran anhelo.

‘Un día, estaba cuidando a un detective y le dije que me encantaría haber sido un oficial de policía. Me dijo que habían eliminado la restricción de altura hace años. Comencé mi solicitud esa noche y nunca miré hacia atrás», dijo Laura.

La Sra. Gargett se convirtió en la persona con más edad de su promoción, y pudo graduarse como oficial a los 38 años. Por fin, había podido alcanzar su meta pero su nueva vida cobró factura en su vida personal.

El matrimonio de Laura se vino a pique, su esposo no pudo comprender su dinámica de trabajo y terminaron divorciándose. Ahora esta mujer ha decidido ser madre soltera de sus dos hijas adolescentes, y no planea dejar su servicio a pesar de las súplicas de sus chicas.

La oficial Gargett reconoce que su oficio no es nada sencillo, a ella misma le cuesta conectarse con su familia tras un día atendiendo casos lamentables sucesos.

Pero su voluntad por hacer el bien parece tener mayor fuerza, ver a los delincuentes tras las rejas siempre es su mayor recompensa.

«Es encantador cuando lees en los periódicos que has arrestado a un criminal que recibe una sentencia significativa con rehabilitación incorporada también», expresó la oficial.

La historia de Laura Gargett deja al descubierto algunas de las partes más amargas de su oficio. Su vida es expuesta y su familia se ve comprometida mientras ella salva la vida de los demás.

Pocas veces nos ponemos en los zapatos de un oficial, los vemos como héroes o villanos y dejamos de lado que son personas con las mismas problemáticas que otros.

The Mirror

Laura decidió relatar su historia para hacerle ver a las personas que los oficiales no son monstruos sino personas normales. En su vida tiene que lidiar con sus problemas y los de otras personas, así que un poco de empatía y respeto es lo menos que se merece ella y sus compañeros de oficio.

Antes de irte comparte esta historia y ayuda a cambiar los estigmas alrededor de esta profesión ¡Un aplauso a aquellos que luchan por proteger a los demás!

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