El milagro de los gemelos que nacieron siendo del tamaño de un iPhone y lograron sobrevivir

El nacimiento de un niño prematuro es un asunto delicado pues, de acuerdo a las semanas de gestación, es posible que el pequeño presente diversas complicaciones médicas. Dificultades respiratorias, falta de peso, son algunas de las adversidades a las que se enfrentan los niños que nacen antes de tiempo.

Estas y otras complicaciones tuvieron que superar Jayden y Gene unos gemelos de menos de 900 gramos cada uno que nacieron a las 27 semanas de gestación.

Lisa Worman, de 31 años, es la madre de estos gemelos y quedó sorprendida cuando despertó en medio de la noche con malestar y rompiendo aguas. De inmediato, la mujer se trasladó a un hospital local en Orpington. Ya en el lugar, los especialistas confirmaron que había roto aguas y el fluido era líquido amniótico. Lisa había entrado en trabajo de parto cuando aún le faltaban 10 semanas de gestación.

El hospital donde Lisa se realizó el primer chequeo no tenía capacidad para atenderla, por esa razón la mujer fue trasladada en una ambulancia al hospital St. Mary’s en Paddington, en Londres.

Al llegar al centro de salud, los médicos la atendieron de inmediato y realizaron una cesárea de emergencia para entregar con vida a los bebés. Jayden y Gene nacieron el 20 de octubre de 2018, a las 10:38 pm y a las 10:39 pm respectivamente.

La cesárea había sido un éxito. Sin embargo, el estado de los pequeños era delicado. Sus padres no pudieron verlos de inmediato, sino 24 horas después. Los niños fueron remitidos a la unidad de cuidados intensivos infantil, porque presentaban problemas respiratorios y bajo peso. Además, Gene tiene un soplo cardíaco y presentó sangrado cerebral, por lo cual su condición era aún más delicada.

«En realidad no pudimos verlos ni sostenerlos hasta el día siguiente, ya que estaban muy mal. Cuando finalmente pusimos los ojos en ellos, se veían diminutos y muy enfermos, tardé un poco en comprender que en realidad eran míos. Todo había sido tan surrealista. Los niños estaban envueltos en bolsas de plástico y tenían cables por todo el cuerpo. Su piel era transparente, era horrible», recuerda la madre.

Esas primeras semanas fueron muy difíciles y agotadoras para los padres tanto física como emocionalmente. El hospital se encontraba bastante retirado de la localidad en la que vivían, así que no podían ir a casa para descansar.

Un mes después del nacimiento, los pequeños fueron trasladados al Hospital de la Universidad de Croydon, más cerca de su casa. De este modo los padres, pudieron aliviar un poco la tensión de la situación. Amigos y familiares los acompañaron durante esos duros momentos.

«Acercarlos a casa se sintió como algo maravilloso para nosotros, también significó que Wesley y yo pudiéramos ir a casa para comer, descansar y cambiarnos de ropa con mucha más facilidad» comentó Lisa.

Después de dos agónicos meses, los gemelos han sido dados de alta, los padres están disfrutando de su compañía y cuidado en casa. Además, están haciendo que los niños compartan más tiempo y puedan acercarse nuevamente. Los pequeños no habían podido estar cerca desde que salieron del útero de la madre.

«Es la mejor sensación del mundo tenerlos en casa. Hubo momentos en que no podíamos ver la luz al final del túnel. Cuando estaban recién nacidos eran tan pequeños que parecían casi del mismo tamaño que un iPhone. Pero son luchadores y ahora nos estamos acostumbrando a la vida familiar normal», comentó la enfermera Lisa Worman.

Jayden y Gene han ido ganando peso y sus vínculos se han ido afianzando, gracias a los cuidados de sus padres. La condición de Gene hace que su estado de salud precise mayores atenciones y cuidados.

No obstante, según comenta su madre, el pequeño ha sido aún más fuerte y tiene una personalidad bastante relajada en comparación con su hermano que ha resultado ser un poco más travieso. Pero lo más importante para esta familia es que ya ambos pequeños están en casa.

A pesar de los pronósticos, estos gemelos milagrosamente sobrevivieron y con su ejemplo pueden llenar de esperanza a otros padres que estén pasando una situación similar. Comparte este feliz desenlace.

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