«Estaba helado, no reaccionaba, no gesticulaba»: Un policía salva a un bebé amarrado a su mamá

Desde la madrugada del lunes, Ceuta se ha convertido en el escenario de un drama humanitario migratorio sin precedentes. Al momento, más de 10.000 habitantes provenientes de Marruecos han luchado por cruzar la frontera, soñando con escapar del hambre y buscando una vida mejor.

Situada en la península Tingitana, bañada por el mar Mediterráneo, y limitando al suroeste con Marruecos, Ceuta fue declarada ciudad autónoma española en el año 1995.

Ceuta y Melilla son las únicas fronteras terrestres de la Unión Europea con África, lo que las ha convertido en dos puntos importantes de entrada de migrantes irregulares.

Escenas estremecedoras se han difundido masivamente en las redes, después de que más de 1.500 menores de edad fueran vistos junto a sus familias llegando por mar o por tierra; después de todo no son más que víctimas de su sistema y de la dramática pobreza en la que viven.

Una imagen especialmente emotiva se ha vuelto viral y se trata de un agente de la Guardia Civil rescatando a un bebé del agua. La propia Benemérita compartió en Twitter la fotografía junto a otras dos imágenes de sus agentes auxiliando a menores de edad.

Juanfran es uno de los ocho miembros que componen el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de Ceuta, y tuvo la oportunidad de salvarle a vida a un inocente bebé de apenas meses de nacido; su invaluable gesto en medio de la crisis migratoria, ha dado la vuelta al mundo.

El bebé, entumecido de frío, trataba de alcanzar la costa española amarrado a la espalda de su madre.

“Cogimos al bebé, estaba helado, frío, no gesticulaba”, recordó Juanfran conmocionado en una entrevista a los medios.

Trascendió que él y sus compañeros «llevan prácticamente dos días enteros en el agua, sacando niños, mujeres, jóvenes… Apenas ha podido atender unos minutos a una radio esta mañana porque tenía que irse al agua otra vez”, señalan desde el instituto armado.

Cerca de 600 guardias civiles han sido enviados a Ceuta para resolver la gravísima situación migratoria con Marruecos. Y son ellos, quienes de primera mano, están presenciando el verdadero drama de muchos menores que llegan en condiciones lamentables.

«Iban en flotadores de juguete, con botellas vacías, con lo que fuera… algunos llevaban chalecos como de corcho mal colocados”, recuerda Juanfran, a quien sus compañeros ya lo describen como “un grandísimo profesional”.

Ha relatado que su papel sobre todo ha sido el de permanecer «atento a las personas vulnerables que no iban a ser capaces de mantenerse a flote, y que “había muchos padres y madres con los hijos amarrados como podían… Se los echaban a las espaldas con telas y ropas”.

Fue por eso que cuando vio a esa madre con su bebé, no dudó dos segundos en ir a por él a rescatarlo. Pero a pesar de toda su lucha, no se dan abasto y tienen que presenciar escenas dramáticas, como la de un joven migrante que falleció ahogado este martes.

Entregado a su trabajo, casi ajeno al revuelo que ha causado la imagen de su rescate por el mundo, Juanfran ha vuelto al agua con los suyos, dispuesto a seguir salvando vidas.

Pero las imágenes desoladoras están a la orden del día; tumbados sobre la arena y desfallecidos, algunos también reciben atención por miembros de la Cruz Roja y de las Fuerzas Armadas españolas.

El abrazo entre una voluntaria y un migrante de color, que exhausto y afligido se derrumba en sus brazos, toca la fibra más sensible de todos en las redes:

Casi 8.000 inmigrantes han logrado entrar ya a Ceuta, que están siendo colocados en hangares en la playa del Tarajal, pero lógicamente es imposible dar cabida a tantos. Y 5.600 han sido ya devueltos a Marruecos por orden del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aunque todavía son muchos los que se agolpan del lado marroquí aguardando para cruzar a Ceuta.

El debate está servido en las redes, especialmente porque todo ha sucedido ante la mirada impasible de las fuerzas de seguridad marroquíes, quienes no han hecho nada por impedir la salida de los «invasores». ¿Pero realmente se les puede llamar así cuando esta pobre gente no viene armada, pero sí hambrienta y desesperada?

Los hechos parecen haberse suscitado como una represalia de Marruecos contra España, por las tensiones entre Madrid y Rabat. Todo desde que el líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, fuera acogido «por razones humanitarias» e ingresado en un hospital español para ser tratado de Covid.

El sujeto estaba siendo investigado por presuntas torturas y lesa humanidad contra disidentes saharauis.

Pero el vicepresidente de la Comisión Europea, Margarits Schinas, ha sido contundente en sus declaraciones hacia Marruecos: «Ceuta es Europa y no se dejará chantajear e intimidar por nadie», a la par que ha ofrecido a España todos los recursos para  asegurar las fronteras de Ceuta y Melilla.

Nos llena el alma de dolor la dramática situación de tantos menores vulnerables a los que les podría esperar un trágico final si las autoridades y los organismos no gubernamentales no intervienen de verdad.

¿Dónde se divide la delgada línea entre un migrante que decide aprovecharse de una crisis, y la de un refugiado, que sólo busca comida, techo y protección? Déjanos saber tu opinión y enviémosle nuestra enhorabuena a los guardias civiles, los verdaderos héroes sin capa de estas duras jornadas.

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