El caso de superación del joven al que su madre abandonó por no tener brazos ni piernas

Cuando decides darle un giro a tu vida descubres que eres mucho más fuerte de lo que imaginaste y se pueden alcanzar sueños que parecían imposibles. Los límites definitivamente se llevan en la mente.

Fíjate en las personas que día a día deciden ser felices a pesar de todo. El secreto está en qué hacer con lo que tienes y te ha tocado vivir.

Hace 20 años, un orfanato recibía a un recién nacido abandonado por su madre, porque creía que no podía cuidar de él. Gabe Adams, nació en Sao Paulo, Brasil, con el síndrome de Hanhart, una rara condición médica que hizo que naciera sin brazos ni piernas.

Gabe con su familia.

Ese pequeñito sería el receptor de todo el amor de sus padres estadounidenses Janelle y Ron Adams, que decidieron adoptarlo. Fue llevado a los Estados Unidos siendo un bebé y creció junto a sus 13 hermanos en Kaysville, Utah.

El padre de Gabe, Ron Adams, fotografiado sosteniendo a Gabe y su hermano Landon. 

A muy temprana edad comenzó a usar silla de ruedas, sin embargo, la mayor preocupación de sus padres era cómo criar a su hijo para fuera lo más independiente posible.

Aprendió a moverse sin su silla de ruedas y hacer otras muchas cosas solo como escribir, comer, subir y bajar escaleras, por supuesto, destacarse como bailarín.

Descubrió cómo vivir una vida plena e inspirar a otros enfrentando los desafíos diarios con una sonrisa radiante.

«Pensamos que estábamos rescatando a alguien y dándole una mejor vida, pero ha sido todo lo contrario», agrega Ron. “Tenerlo cerca ha sido muy inspirador y motivador. Siempre se está esforzando por ser lo mejor que puede”.

Ayudarlo a superar diferentes desafíos se resolvió con muchas luchas y lágrimas de ambos lados, comentó su papá.

«Odiaba a mis padres por hacerme pasar por todo ese trabajo duro, pero ahora los miro y celebro que me hayan motivado a ser independiente y ser la persona que sabían podía ser», dijo Gabe.

Gabe dijo que uno de sus momentos de mayor orgullo fue aprender a caminar.

En la escuela se inscribió en el grupo de danza para hacer amigos y descubrió que podía usar su cuerpo como una forma de expresión que le apasiona.

Gabe y su hermano Landon, antes de la ceremonia de graduación besando a su madre.

Gabe Adams no solo baila por demostrar algo, en realidad es una de las cosas que más le apasiona y por eso se ha ganado un lugar en el equipo de baile del instituto.

«Y no existe nada mejor en la vida que hacer lo que a uno lo apasiona. Me encanta la sensación que me provoca. Puedo ser libre y ser quien soy, expresar mis emociones y sentimientos y salir renovado después de cada presentación», añade este joven que se ha convertido en una gran inspiración para muchos.

Con su profesora de baile.

Gabe con su premio del Festival de la Libertad. Pasó de ser acosado en la escuela a ser admirado  por sus habilidades.

«Aprendí que la vida solo es difícil cuando lo haces más difícil”. Por supuesto que desearía tener extremidades, pero sé que no tengo brazos ni piernas por una razón, así que solo voy a vivir como pueda.

«Me gusta mi cuerpo tal como es y estoy orgulloso de lo que es capaz de hacer».

Después de graduarse de la escuela secundaria, Gabe ha seguido demostrando su independencia, mudándose del hogar familiar. Su confianza como bailarín realmente ha crecido, y ahora ha comenzado una carrera como orador motivacional.

Donde hay voluntad, hay un camino, continua inspirando a otras vidas compartiendo su historia.

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