En medio de la crisis que ha surgido por la pandemia, las medidas que han adoptado casi todos los países han sido extremas para evitar los contagios, y el confinamiento ha sido una de las primeras normas establecidas.
Hemos conocido el caso de quienes han tenido que infringir la cuarentena porque necesitan salir a obtener un ingreso económico, y el de aquellos que se han visto tan afectados que han acudido a la solidaridad de los demás para sobrevivir.
Pero lamentablemente, no todos han sido bondadosos con los más vulnerables. Tal como le sucedió a Hélber Bolívar, un hombre de 59 años quien fue obligado a trabajar de lunes a lunes, sin permitirle ir a su casa. Después de la jornada laboral, Hélber tenía que dormir en una oficina sin ayuda de nadie.
El único acceso que le permitió su jefe con el exterior fue una pequeña ventana por donde su hija le entregaba la comida y algún cambio de ropa.
Cuando empezó la pandemia del coronavirus, hace tres meses aproximadamente, Hélber quien se desempeñaba como vigilante en el restaurante La Ponderosa en Bogotá, Colombia, pensó que iba a cumplir la cuarentena en su casa, pero sus jefes le dijeron que estaba obligado a permanecer en el establecimiento.
Hélber reveló los dueños del establecimiento, Patricia Ramírez, y dos señores más, llamados Jairo y Fernando, nunca se encargaron de darle comida o dinero para que él se mantuviera durante esos largos días en lo que debía cumplir su rol como vigilante.
Aunque la bodega estaba llena de alimentos, este hombre no podía tomarlos e incluso estaban monitoreados por cámaras de seguridad para evitar robos.
Este pobre hombre estuvo encerrado y expuesto al hambre y frío, con solo una pequeña ventanilla para conectarse con el mundo y a través de la cual su hija le entregó lo necesario durante los 50 días, quien se expuso al riesgo de contraer el COVID-19para que su padre no muriera de hambre.
La historia de Hélber se dio a conocer gracias a una reconocida cadena de televisión quienes lo grabaron a través de la pequeña ventanilla.