Da a luz a su bebé aunque sabía que no sobreviviría para poder salvar a otros niños

Krysta Davis, de 23 años esperaba con ilusión la llegada de su bebé igual que su esposo Derek de 26 años, pero cuando tenía 18 semanas de gestación recibieron una noticia devastadora.

Los médicos les dijeron que su niña nacería sin partes del cerebro y que solamente podría sobrevivir unos días.

“El 15 de abril de 2018, descubrimos que estábamos esperando a nuestro bebé arcoíris. En ese momento, tenía solo tres semanas de embarazo.

Semanas después, fuimos a hacerme una ecografía para descubrir el género de nuestro bebé, se pudo ver que era una niña”, relató la madre.

La bebé tenía anencefalia, un defecto de nacimiento grave que impedía que su cerebro se desarrollara por completo. Los padres supieron el diagnóstico después de que resultara positivo en una analítica una anomalía en el tubo neural.

Sospechaban que se podía tratar de espina bífida, remitieron el caso a un especialista que les dijo que tenían dos opciones: podrían llevar el embarazo a término o recibir medicamentos para inducir el parto. Lo más probable para los médicos era que la bebé ni siquiera naciera con vida.

Pero Krysta no quería ninguna de esas opciones, fue a la consulta de su obstetra para buscar una alternativa, lo que quería era llevar el embarazo a término para poder donar los órganos de su hija.

Sabía que la condición de su bebé no era compatible con la vida, el pronóstico era que moriría poco antes de nacer, pero quería poder ofrecerles esperanza a otras familias.

“La fuerza durante el embarazo vino de ella, hicimos todo lo que pudimos hacer como la mayoría de los padres. Sabía que tenía que ser feliz durante todo el embarazo por ella, no tenía sentido sufrir cuando teníamos tan poco tiempo juntos”, relató la madre.

“Fue increíble sentir sus pataditas en mi vientre, no sabía si se movería, pero se movía mucho. A medida que avanzamos en el embarazo, ella se movía más y más, podía ver sus pequeños pies moverse sobre mi vientre. Durante nueve meses me enamoró, pero no era nada comparado con abrazarla y verla, no podía ver nada malo en ella cuando nació”.

El 22 de diciembre del 2018 la pareja acudió al hospital, ese día le indujeron el parto a Krysta. “Rechacé la epidural durante mucho tiempo.

El trabajo de parto fue horrible, no dilataba, mi cuerpo no estaba listo. Cada vez era peor lograr que mi cuerpo se preparara, las enfermeras lo intentaban todo, me administraron medicamentos e incluso probaron la dilatación manual”.

Pero 48 horas después, no había resultados. Así que, en un último intento, rompieron la placenta, si eso no funcionaba entonces la someterían a una cesárea. Horas más tarde, Krysta estaba pariendo.

Los médicos se apresuraron llamando a los especialistas en donación de órganos, preparaban los equipos para los procedimientos quirúrgicos.

Se supone que la bebé, Rylei, no sobreviviría al nacimiento, pero sí lo hizo.

Cuando Krysta dio a luz, los médicos esperaban alrededor que la bebé diera su último suspiro, pasaron 12 horas y los signos vitales de la pequeña se mantenían estables.

Una enfermera le colocó un monitor en la muñeca, y advirtió a la madre que avisara al personal médico si pasaba algo.

El 29 de diciembre la familia recibió el alta médica, fueron a casa con la pequeña Rylei, había pasado una semana y ella seguía con vida ante el asombro de los médicos.

“Después de siete días mágicos, Rylei partió al cielo en nuestros brazos.

Ella salvará muchas vidas. Hasta ahora sabemos que sus válvulas ayudarán a alguien, y sus pulmones también, me dijeron que serán enviados para hacer investigaciones.

La placenta fue expulsada y ayudará a investigar la causa de la enfermedad de Rylei y las posibles curas”, dijo la madre.

“Nuestra hija no se pudo quedar para siempre con nosotros, pero habrá dos niños que sí vivirán mucho más tiempo gracias a ella”.

La pequeña Rylei sobrevivió de milagro durante una semana, y sus órganos vitales fueron donados. El gesto de estos padres está emocionando al mundo entero, en medio de su dolor, pensaron en evitar que otros sufrieran la pérdida de sus hijos, compártelo.

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