Rescatan a una perrita convertida en «piel y huesos» a punto de morir de hambre

Ver tanto sufrimiento nos entristece, saber que es a causa de la crueldad del hombre indigna. Es una de las historias más tristes de abandono con un increíble final que ha tocado el corazón de todos.

La historia de Barilla es uno de esos casos que no deja indiferente a nadie, pues como se ha dicho antes, no todos tienen la misma suerte, todavía existen cientos de animales en estado de abandono en las calles que mueren por no tener nada que comer.

Barilla ha vivido en carne propia hasta dónde puede llegar el alcance del maltrato humano, que pareciera no tener límite y por otro lado, su capacidad de resistir tanto sufrimiento.

Este ser completamente indefenso al borde de la muerte y en las peores condiciones, lucha hasta el final. Su noble espíritu permanece intocable. Gracias a sus ganas de vivir, ha vencido el peor de los pronósticos. Se recuperó milagrosamente.

Fue rescatada de la calle, después de que la policía de Granada, España recibiera la llamada de un vecino de una localidad cercana notificando haber visto a una perrita en terrible estado, inmediatamente se hizo cargo del rescate una asociación animal de Granada.

Afortunadamente, existen almas generosas que agotan todos los recursos disponibles para rescatar, rehabilitar y darle un hogar a los más desprotegidos y despreciados.

No es un trabajo sencillo, aunque están acostumbrados a ver de todo, hay casos que dejan una marca imborrable, sorprendiendo incluso a los profesionales más experimentados.

Para Eduardo Rodríguez, su rescatador y héroe, fundador del Albergue de Animales Dog House, que tiene también una asociación de rescate que se llama “Otra Oportunidad”, pocas veces se ha sentido tan afectado por un caso como cuando se encontró con esta perrita que llevó al centro de cuidado de animales que tenía en Granada, España.

“He rescatado perros desde que era niño y estoy acostumbrado a ver grandes miserias, pero nunca había visto un perro en tan mal estado como estaba Barilla”, cuenta Eduardo. «La dejaron abandonada con la clara intención de dejarla morir de hambre».

Es de esperar que un perro callejero sobreviva de lo que consiga. Lo más probable es que la hayan mantenido encerrada en algún lugar privada de comida y agua desde su nacimiento.

«Tenía marcas en sus patas, creemos que se había estado arrastrando porque no podía caminar correctamente debido a su debilidad y falta de masa muscular hasta que finalmente se derrumbó».

Era un saco de piel con los huesos sobresaliendo de tan solo 7,5 kilos de peso (16 libras).

“Estaba tan hambrienta y sedienta cuando la encontramos. No era capaz de levantarse ni soportar su propio cuerpo, no podía sostener su cabeza ni la cola, su salud estaba tan deteriorada que ya no tenía fuerzas para moverse, carecía de masa muscular”, indicó.

El equipo que la atendió estaba preocupado, cada segundo era de vida o muerte. Sabían que podía sufrir una falla orgánica en cualquier momento, no le daban mucho tiempo, ni creían que podía superarlo. Pero habían visto una diminuta luz de esperanza en sus ojos, harían lo posible para no dejarla morir.

Eduardo posó su mirada en este ser mientras luchaba por su vida, sabía que no podía renunciar a ella.

«Su deseo de vivir fue increíble y sentí una conexión desde el momento en que la vi”, dijo.

La llamaron Barilla, por su extrema delgadez semejante a un espagueti. Le calcularon unos 10 meses de edad. Pensaban que era un cruce de Pastor Belga. En su estado no podía recibir ningún tipo de alimento, requirió conectarle sondas y esperar que su sistema respondiera y empezase a estabilizarse.

Pasadas seis horas, intentó con todas sus fuerzas levantarse para beber un poco de agua por sus propios medios. Era alentador.

El veterinario dijo que habían tenido suerte de encontrarla en ese momento, ya que era posible que no sobreviviera otra noche en su condición.

Al cabo de unos días, Barilla superó el riesgo de insuficiencia orgánica e inanición, estaba recuperando su fuerza. Todavía le quedaba un largo camino que recorrer, jamás se dio por vencida.

Una semana después, recibiendo los nutrientes que tanto necesitaba, había recuperado ya casi 4 kilos (8,8 libras); sin embargo, no era suficiente, le costaba mantenerse sobre sus cuatro patas.

Así que decidieron mantener el régimen de alimentación que llevaban hasta el momento. Barilla pronto fue capaz de comer de cinco a seis comidas al día y le hicieron una especie de arnés para ayudarla a caminar y pudiera ganar masa muscular.

Con el tiempo, Barilla alcanzó un peso saludable, gracias a los cuidados y trato amoroso de su rescatista y el personal del centro de animales.

Siete semanas más transcurrieron para que Barilla brillara con su hermosura y más saludable que nunca, alcanzó el peso ideal para su raza: casi 21 kilos (46 libras). ¡Es Zoorprendente!

Con toda una vida por delante, Eduardo que siempre estuvo pendiente de su salud desde que la rescató decidió adoptarla.

“La primera vez que la vi le dije a mis compañeros que un día podría abrazarla y estaríamos juntos y ella recuperada. Y así ha sido”, cuenta Eduardo.

El caso médico de Barilla fue casi un milagro, los veterinarios dijeron que la mayoría de los perros habrían muerto de haber llegado a semejante mal estado. La milagrosa recuperación de Espagueti fue gracias a Eduardo y su maravilloso equipo de rescate.

Eduardo y Barilla se han convertido en amigos inseparables, dice que es una perrita muy inteligente y obediente.

Hoy día, Barilla vive con Eduardo junto a su esposa Carolina, su hija de 14 años y otros cinco perros, disfruta de una vida rodeada de atención y el amor que se merecen todos los perros.

Aunque se abrió una investigación policial sobre el caso para encontrar al responsable, al menos la historia tiene un final feliz. Barilla tuvo mucha suerte y pudo seguir adelante, pero no es justo que los animales tengan que pasar por esto, hay cientos sufriendo y no tienen el mismo final.

Comparte esta historia que le ha dado la vuelta al mundo, para ayudar a esta embajadora a decirle no al maltrato y cuidar a quienes también cuidan de nosotros.

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