Ayuda a una adolescente desesperada que no tenía dónde dormir y termina adoptándola

El amor es un sentimiento que va más allá de juicios, es solidaridad y generosidad. Y esta historia que no ha pasado desapercibida en las redes así lo demuestra.

Se trata de Juliana de 27 años, y María Eduarda de 18 años, quienes parecen hermanas, pero realmente son madre e hija gracias al amor que nació entre ellas de una manera un poco convencional, pero en el momento perfecto.

La historia de estas dos mujeres comenzó cuando Juliana le ofreció a Duda, como le gusta llamar a María Eduarda, a quedarse en su casa sin saber que sería el camino para convertirse en familia. El cariño entre ellas es infinito.

Aunque ahora son inseparables, la relación de ambas comenzó con algunos tropiezos que gracias a la perseverancia fueron superados.

Juliana conoció a Duda en el gimnasio en Salvador, Brasil, donde tomaba clases de artes marciales mixtas. La joven practica esa disciplina de forma profesional.

«No sé el motivo, pero sentía la necesidad de cuidar de esta niña. Intenté acercarme de varias formas, pero ella era implacable, parecía que me odiaba«, dijo Juliana.

Un día Juliana le escribió al novio de Duda por si a ella le interesaba concertar una cita en su consulta para una revisión dental.

«Soy dentista y me ofrecí como una forma de acercarme a ella«, agregó Juliana.

Duda aceptó, pero el momento crucial en su relación fue cuando la joven iba a participar en un torneo internacional de jiu-jitsu en Salvador y estaba desesperada, ya que no encontraba un lugar donde alojarse.

Duda hizo una publicación en redes sociales diciendo que competiría en un torneo internacional en Salvador y preguntó si alguien podría ayudarla.

Juliana vio la publicación y le ofreció a Duda una habitación en su casa. La joven deportista le confesó que estaba “desesperada”. Se acercaron mucho más y sin darse cuenta Duda ya estaba llamando mamá a Juliana, y viceversa.

Duda estaba pasando por un momento muy difícil, su abuelo acababa de fallecer y la relación con su familia biológica era extremadamente complicada.

Juliana le preguntó a Duda si realmente se sentía como su hija y ella le dijo que sí. Juliana decidió llamar a la madre biológica de María Eduarda para hacer oficial la adopción. Escuchó un “sí” de respuesta.

Su progenitora pensó que era una buena oportunidad para su hija y comenzaron el proceso de la adopción. Desde entonces viven felices juntas.

Comparte la emotiva e inusual historia de esta madre e hija, solo basta una mirada cómplice entre ellas para demostrar el amor que se tienen.

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