Visita la morgue para decirle adiós a su hija y descubre que estaba viva

El caso de esta madre ha causado conmoción en su país, Argentina, y otras partes del mundo, Analía, de 30 años, acudió a urgencias en el Hospital Perrando en la localidad de Chaco cuando estaba embarazada de seis meses. Esperaba con mucha ilusión a su quinta hija Luz Milagros.

A Analía le habían diagnosticado placenta previa oclusiva total, la bebé venía de cola, así que lo recomendable según el protocolo médico en este caso era que naciera a través de una cesárea.

En una ecografía alertaron que no sentían los latidos de la bebé, y llevaron a luz a la sala de partos. Una enfermera le preguntó cuántos hijos tenía y al escuchar que tenía cuatro le respondió: “Bueno, ya tienes un montón… uno más, uno menos”.

Aunque lo recomendado era una cesárea, finalmente la niña nació por medio de un agotador parto cuatro días después de que Analí ingresara a urgencias.

“Hicieron todo mal desde el principio. Me hicieron tacto en varias oportunidades, por más que yo insistía para que miraran mi historia clínica y no lo hicieran. En uno de los tactos sentí que me rompieron la placenta, le avisé a la doctora y me dijo que estaba equivocada, que me había hecho pis.

¿Cómo iba a estar equivocada? Yo sabía lo que era romper aguas, ya tenía cuatro hijos”, dijo la madre.

Una de las doctoras dijo: “Déjala que lo expulse sola”.

“Yo tenía un cansancio terrible, vomitaba algo verde, quería ayudar a nacer a mi hija, pero me resultaba imposible”, relató la madre.

Apenas habían transcurrido dos horas desde el nacimiento de Luz cuando una enfermera entró a la habitación de Analía para preguntarle si quería saber la causa del fallecimiento de su bebé. La madre entró en shock, su esposo ya sabía la trágica noticia.

A Luz la declararon muerta, estuvo durante más de diez horas en la cámara de refrigeración de la morgue.

“Como a las 10 de la noche reaccioné y dije que quería ir a la morgue a despedirme de mi hija”, relató. Se trasladó acompañada de su esposo, su hermano y su cuñada.

“Sacaron el cajoncito de una cámara de refrigeración y lo pusieron sobre la mesa. Nadie quería ver, me pedían que no la viera para que no me quedara con el recuerdo de esa imagen, pero quise despedirme”.

Cuando Analía entró al lugar en medio de tanto dolor para despedirse de su bebé descubrió que estaba viva.

La niña sollozó ante el asombro de su madre que se había resignado a lo peor.

Han pasado siete años desde ese día que Analí jamás podrá olvidar, pero su caso sale a la luz para crear conciencia y pedir justicia.

El pequeño ataúd de color blanco estaba cerrado, el papá de la bebé lo abrió y cuando lo logró todos dieron un paso atrás. La niña estaba cubierta con tela, la madre vio su manito y la sujetó.

“Noté que tenía el cuerpo morado y se le había formado escharcha. Cuando le destapé el rostro me estaba mirando. Tenía los ojos brillantes y lloró”, relató Analí.

Pensó que estaba teniendo una alucinación, pero se acercó y Luz estaba desperezándose. Así que comenzó a gritar preguntando por qué se movía, la bebé comenzó a sollozar.

“Caí rendida de rodillas al piso, no lo podía creer”, dijo Analí.

Su hermano sostuvo a la bebé en sus brazos, cuando lloraba le repetía: “vas a vivir bebé, tranquila que vas a vivir”.

Los médicos no tenían explicación, la ingresaron en estado grave con respirador artificial.

A los padres de Luz ya les habían entregado el certificado de defunción, después emitieron uno de nacimiento, pero con datos falsos. La madre lo notó y no aceptó el documento.

Al padre de la bebé le robaron su moto donde guardaba el certificado de defunción original, pero por suerte, en el cementerio donde gestionaban los trámites para el sepelio tenían una copia del ejemplar.

Cuando habían transcurrido ocho días desde que ingresaron a Luz en cuidados intensivos sufrió un paro cardíaco. “Me llamaron para ver cómo la reanimaban, imagínate tener que ver eso”, dijo la madre.

Una tía de Analía, que reside en Rosario, decidió enviar un email a un canal televisivo para hablar del caso. Poco después un grupo de periodistas estaba congregado en las afueras del hospital.

En los medios de comunicación hicieron eco de lo ocurrido, hablando de la negligencia del centro de salud.

Luz sobrevivió a otro paro cardíaco y la trasladaron al Hospital Italiano en Buenos Aires.

“Nos dijeron que solamente le funcionaba el 10% del cerebro y que determinaron en una junta médica que solo le darían cuidados paliativos para no agredirla más”, dijo Analí.

Ella se negó a rendirse dejando de alimentar a su hija y de administrarle tratamientos, veía su evolución. Así que en el hospital atendieron a su petición y le colocaron a luz un tubo gástrico para que se alimentara. Además, le hicieron una traqueotomía.

A Luz le dieron el alta médica, dependía de la energía eléctrica para mantenerse con vida. Durante una tormenta se suspendió el servicio y su madre tuvo que darle respiración boca a boca.

Un mes después de que Luz estuviera en casa terminó su matrimonio, su esposo se marchó.

La solidaridad de muchas personas de Buenos Aires se hizo presente, le enviaban a Analí las cánulas de traqueotomía y otros insumos a los que ella no podía acceder.

El gobernador le hizo trasladarse a su despacho solamente para hacerse una foto junto a ella y su bebé que sobrevivían en condiciones deplorables y con una ayuda paupérrima.

Analí vendió tiques de lotería, pidió ayuda económica y cuando Luz cumplió 14 meses viajó a la capital del país para tramitar sus pasaportes con la esperanza de salir de Argentina a encontrar un tratamiento que mejorara su calidad de vida.

Analí empezó una relación amorosa con uno de los médicos del servicio domiciliario que iba a su vivienda a atender a Luz, él viajó con ella y sus cinco hijos.

Cuando regresaron se detuvieron en Rosario para visitar a la hermana de Analí a quien le habían diagnosticado cáncer. La bebé contrajo ahí una infección generalizada y se descompuso.

La trasladaron de urgencia a un hospital. “Yo presentí que esta vez no iba a salir adelante. Me dijeron que se estaba apagando poco a poco. Fui a verla y le dije: ‘bueno mamita, si tú quieres seguir mamá está acá, si ya estás cansada y te quieres ir vete tranquila’”.

“Después de decirle eso la máquina sonó como en las películas”. Luz falleció el 23 de junio de 2013. Su madre la vistió y la sostuvo en sus brazos para llevarla a la morgue.

Analía, su madre y su ex esposo presentaron una demanda civil por daños y perjuicios y daño moral por mala praxis contra el Estado provincial de Chaco y las dos doctoras que intervinieron.

José Victorino Acuña, abogado de la familia, dijo que exigen 15,2 millones de pesos, el equivalente a 300.000 euros como indemnización.

La devastada madre ha tenido que sufrir el dolor de perder a su bebé para siempre después de ser víctima de un caso de negligencia tan grave. Además, a su madre le diagnosticaron cáncer de garganta y perdió las cuerdas vocales.

Su hermano, el que la acompañó a la morgue aquel fatídico día, perdió la memoria a causa de un accidente en moto.

“Mi vida jamás volvió a ser la misma”, dijo Analía. Sobrevive de la comida que prepara para vender.

Reconoce que Luz vino al mundo con una misión. “Dentro de todo lo feo, siempre hay un milagro. Una vez un chico me contó que pensaba terminar con su vida y cuando vio cómo había luchado mi hija por vivir cambió de opinión. No sé qué habrá sido de él, pero eso me consoló”.

La historia de esta madre no se ha olvidado, merece ser compartida para pedir que se haga justicia y luchar contra actos de negligencia y violencia como el que ella sufrió.

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