Un niño de 13 años que vende caramelos en la calle se destaca y capta a todos los clientes

Lo normal es que un niño de 13 años pase sus días en una escuela aprendiendo cada vez más para poder superarse, compartiendo en familia, entreteniéndose con amigos y practicando algún deporte. Pero Fabio Oliveira de Araújo escasamente puede ir a la escuela.

Al contrario, el pequeño de 13 años pasa sus días trabajando en una concurrida calle de Río de Janeiro, Brasil.

Fabio vende caramelos y telas para llevar un poco de comida a su casa y ayudar a su mamá y sus hermanitos. Pero pese a su situación, este soñador se resiste a abandonar la academia y ha encontrado una forma de aprender de un modo autodidacta.

Por las calles de la Avenida Ataulfo de Paiva, frente al centro comercial Rio Design Leblon en Río, encontramos a Fabio con sus dulces y siempre bien acompañado por un libro. El amor que este pequeño ha desarrollado por la lectura tiene cautivados a sus clientes.

 “Sé que cuando leo, recibo más atención de la gente y eso ayuda en las ventas. Pero realmente leo porque me gusta”, explicó Fabio.

Este niño ha trabajado en las calles desde los 9 años, primero en Ipanema y desde el año pasado en Leblon. Su afición por la lectura comenzó por los cómics pero después de ver la película «All for a popstar» se emocionó al descubrir que estaba inspirado en un libro de Thalita Rebouças.

Desde entonces el pequeño quedó fascinado por los libros de esta autora.

Fabio se adentró al mundo de la lectura con libros para adolescentes como: «Diary of a Banana», «Captain Underpants» y «Percy Jackson». Pero también ha leído «libros para adultos» como él mismo lo define. Su favorito es «Capitanes de arena» de Jorge Amado.

La amabilidad de este chico y su amor por la lectura le ha hecho ganar el cariño de los residentes y el respeto y admiración de algunos de sus clientes.

De hecho, Fabio ha armado su biblioteca a través de regalos y donaciones.

En ocasiones las personas lo sorprenden con un libro nuevo para leer o, incluso, otros lo invitan a una librería cercana para que los elija él mismo a su gusto.

«A veces alguien me lleva a la librería Travessa y me deja elegirlo yo mismo», explica, quien dice que ganó la colección «Captain Underpants» de un vendedor de librerías y la cambió por otros ejemplares.

Este pequeño tuvo la oportunidad de conocer a Thalita en persona en noviembre del año pasado, gracias una amiga de la autora que sirvió de intermediaria.

Para Fabio fue uno de los mejores momentos de su vida y le pidió que lo incluyera como personaje en alguna de sus historias.

“Me conmovió mucho. Mi amiga me pidió que le dejara algunos libros con ella, pero me propuse entregarlos yo misma. Me sentí privilegiada de tener un lector como él”, dijo la escritora.

Pero no todo es color de rosas en las calles de la ciudad. Fabio ha tenido que batallar con el desprecio de algunas personas y la competencia con otros vendedores que no ven con buenos ojos la amistad que hace con sus clientes.

Además, el año pasado sufrió un accidente. El niño fue atropellado y perdió dos dientes frontales. Un residente de Leblon le pagó atención dental, pero no continuó con el tratamiento.

Fabio vive en  Praça Tiradentes con su tía, dos primos y cuatro de sus siete hermanos. Su madre Tiara Oliveira vive cerca, en la calle Lavradio, pero él prefiere quedarse con su tía.

A su padre no lo ve desde hace mucho tiempo y siendo el segundo hijo mayor de la casa, salió a la calle para ayudar a pagar las cuentas.

Fabio está cursando quinto grado por segunda vez, pues reconoce que no tiene suficiente tiempo para hacer todos su deberes a pesar de ser un excelente estudiante. No obstante, el pequeño sueña con ir a la universidad.

“Quiero hacer dos carreras. Una de algo artístico y otra de administración, porque si el arte no funciona, trato de ganar dinero como emprendedor. Siempre tienes que tener un plan B”, dijo Fabio.

Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), Río es el estado que tiene la mayor tasa de trabajo infantil urbano en el país. Fabio podría ser otro niño más que trabaja en la calle pero su afición por la lectura lo hace sobresalir.

Algo curioso que debería ser tomado como natural llama la atención en una sociedad golpeada por las tragedias sociales.

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