«Tardé 5 años en volver a caminar» – Perdió el movimiento de sus piernas tras un bypass gástrico

Raquel Guimarães, de 22 años, llegó a pesar menos de 39 kilos y perdió el movimiento de sus piernas después de someterse a una cirugía bariátrica para reducir su estómago y conectarlo directamente a su intestino delgado.

Ese procedimiento quirúrgico es uno de los más comunes realizados para combatir la obesidad, Raquel pesaba 119 kilos.

Durante años luchó contra el sobrepeso sin resultados y decidió operarse.

Valdirene Guimarães, madre de la joven, declaró en una entrevista: “Pagaba un entrenador, iba al gimnasio, fue al endocrinólogo. Cuando comenzó a perder peso, tuvo un problema en el tobillo y tuvo que inmovilizarse. Sin ir a entrenar volvió a subir de peso”.

Resaltó que su hija se frustraba al no tener el resultado esperado. “Se esforzaba mucho y no lograba su objetivo. ¿Por qué no operarse entonces?”, dijo Valdirene.

Ella decidió apoyar a su hija, que entonces era estudiante de fisioterapia y recaudaron los 5 mil dólares necesarios para su operación. La cirugía se realizó sin ninguna complicación hasta que transcurrieron dos meses.

“No podía comer nada, tenía vómitos y diarrea. Empecé a sentir hormigueos, calambres, entumecimiento en las piernas. Olvidaba las cosas, decía cosas confusas, pero los médicos dijeron que me faltaba potasio y que no se trataba de nada asociado a la cirugía”, relató Raquel.

En diciembre de 2014, la joven estaba en su casa cuando perdió la fuerza en sus piernas y se derrumbó.

La trasladaron al hospital y de acuerdo con las declaraciones de la familia, y un médico que la acompañó, Raquel tenía déficit de vitamina B1 y B12.

La deficiencia de las vitaminas se convirtió en un caso de encefalopatía de Wernicke, causada generalmente por una dieta pobre o por consumo excesivo de alcohol que produce confusión, pérdida de coordinación muscular y problemas en la visión.

Además, Raquel tenía polineuropatía, un daño de los nervios periféricos en todo el cuerpo que puede ser causado por la falta de vitaminas.

La ingresaron en cuidados intensivos para que pudiera recuperar los nutrientes, pero además de ese diagnóstico, tenía una dificultad inmensa: no podía caminar.

Un mes después le dieron el alta médica, aunque no podía alimentarse por sí misma, vomitaba todos los alimentos que consumía y llegó a pesar menos de 40 kilos.

Su madre dice que “parecía una calavera en la cama”, era uno de los momentos más críticos para la joven.

A Raquel también le diagnosticaron anemia severa y desnutrición, en diciembre de 2015 la ingresaron de nuevo en el hospital para que recibiera transfusiones de sangre y pudiera alimentarse a través de una sonda.

La sometieron a numerosos estudios médicos para comprobar por qué no era capaz de alimentarse por sí misma después de la operación, pero los doctores dijeron que se agotaron las alternativas.

El doctor Edward Pinto de Lima Jr. se sensibilizó mucho con el caso de Raquel.

“Cuando vi una niña tan joven con un cuadro así, algo no encajaba. Esa complicación no era normal. La anatomía de la operación era correcta, pero decidí insistir”.

“Es muy raro que suceda esto, pero comencé a sentir cariño hacia esta chica como si se tratara de una hija. No podía perderla, decidí investigar más”, agregó el doctor.

Después de hacerle una enterografía a Raquel comprobaron que tenía estenosis exacerbada en el intestino delgado, que ocurre cuando el tracto digestivo se estrecha al momento de la recuperación interna de la operación.

“La estenosis no ocurre de inmediato, es progresivo. Las pruebas anteriores no habían identificado el problema. Lamentablemente, no se puede saber si la complicación ya existía en ese momento o si las imágenes no la mostraban”, dijo el doctor Pinto.

En otras palabras, la estenosis puede compararse con un queloide interno que impedía el paso de alimentos y nutrientes.

Raquel comenzó a alimentarse por sí misma, a beber agua, aumentó de peso y recuperó la sensibilidad en sus piernas poco a poco. Las tenía atrofiadas por su larga estancia en el hospital sin tener movimiento ni sesiones de fisioterapia.

Empezó a recibir el tratamiento de especialistas en ortopedia y en septiembre de 2017 se sometió a una operación para colocar un fijador externo en su pierna derecha. Un año después, se lo colocaron en la izquierda.

Hasta que, en julio de este año, Raquel finalmente se liberó de los soportes y logró ponerse de pie sola por primera vez en cinco años después de la operación.

Fue el momento más feliz de mi vida”, dijo Raquel.

¿Someterse a un bypass es seguro?

El doctor Marcos Vilas Bôas dice que el caso de Raquel es atípico, incluso más raro que los fallecimientos que se han producido por complicaciones de la cirugía, que tiene una tasa de mortalidad de 0,2 %. El doctor resalta la importancia del cuidado después de la cirugía bariátrica.

“Hoy la cirugía es muy segura. Pero es extremadamente importante para todos hacer un seguimiento con equipos multidisciplinarios, con nutricionistas. Y los pacientes deben informar de inmediato si sienten algo extraño después de operarse”, explicó el médico.

Raquel había conocido casos exitosos de pacientes sometidos a cirugía bariátrica, no tenía temor en operarse, además, era la única alternativa que contemplaba para que finalmente pudiera combatir la obesidad.

La Sociedad Brasileña de Cirugía Bariátrica y Metabólica considera el diagnóstico de Raquel como un caso extraño. Consideran que las personas entre 18 y 65 años no tienen restricciones para hacerse tal operación.

El bypass gástrico también se recomienda para las enfermedades asociadas a la obesidad como la hipertensión, diabetes, y otras.

El testimonio de Raquel y su médico sirve para alertar sobre la importancia de hacer un seguimiento exhaustivo después de una operación bariátrica.

Afortunadamente ella logró recuperarse después de una larga lucha y se convertido en inspiración para otros. Comparte su historia.

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