Pierden a su hija de 17 meses y advierten a otros padres – «Hay que presionar y protegerlos»

Reese era una pequeña de tan sólo 17 meses cuyo estado de salud comenzó a deteriorarse de un momento para otro.

Trista Hamsmith, su angustiada madre, la llevó al médico y después de una serie de exámenes la diagnosticaron con una infección pulmonar.

Reese comenzó a recibir tratamiento, pero nada parecía dar resultado. Un par de días después, Trista se dio cuenta de que en el control remoto faltaba una de las baterías y comenzó a temer lo peor.

Se trataba de una de esas baterías que son tan pequeñas como un botón. Su preocupación era que la bebé la hubiese tragado por error así que realizaron una radiografía para descartar ese peligro.

Los resultados no tardaron en confirmar los peores miedos de la familia. En efecto, la pequeña había tragado la batería y había empezado a sufrir las dolorosas consecuencias.

Los médicos sabían que tenía muy pocas probabilidades de sobrevivir, pero trabajaron sin descanso para brindarle una nueva oportunidad.

“Una vez que se ingiere la batería, comienza a erosionarse y a quemarse. Esto es mucho más común de lo que imaginamos”, explicó Trista.

En el caso de Reese, la batería quedó atascada en su esófago. Los médicos realizaron una cirugía para removerla lo más rápido posible pero en aquel momento el daño ya era demasiado grande.

“La corriente eléctrica fluye a través de los tejidos del esófago y empieza a quemar todos tejidos afectados”, explicó la doctora Emily Durkin, una experta en el área.

La bebé volvió a casa un par de días después, pero su situación de salud no mejoraba. La batería había hecho demasiado daño y creó una especie de pasaje por donde el aire y la comida pasaban.

“Había una enorme herida en su tráquea y en su esófago. Esa fue la última vez que la vimos como la Reese alegre que fue”, recordó su madre.

Reese fue ingresada a la Unidad de Cuidados Intensivos. Comenzó a recibir alimentación a través de una sonda y el equipo médico estudiaba su delicado caso buscando una manera de salvarla.

Reese luchó por su vida desde finales de octubre y en diciembre no pudo más. Su desconsolada madre quiere dar a conocer su historia y está realizando una serie de campañas para exigir a las compañías que realicen baterías que no resulten peligrosas para los niños.

“Estamos perdiendo niños por esto. Hay que presionar a la industria y hacer cambios que protejan a los más pequeños”, dijo Trista.

Lamentamos enormemente la partida de Reese. Era el centro de su familia y la alegría de sus padres. Es una verdadera pena que haya perdido la vida por un accidente. Ningún niño merece pasar por algo así.

 Los pequeños de la casa no deben utilizar artefactos con baterías o juguetes demasiado pequeños sin la supervisión de un adulto. A través de su dolorosa experiencia, los padres quieren advertir a otras familias. Compártela.

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