Una pareja de abuelitos vende lo que tenía para construir un castillo con materiales orgánicos

Nunca se es tarde para hacer los sueños realidad, algo que en ocasiones nos puede desesperar cuando vemos que el tiempo pasa y eso que anhelamos sigue sin concretarse.

Sin embargo, todo llega en su momento, solo es cuestión de persistir y nunca desistir. Algo que nos recuerda una adorable pareja que tras años de matrimonio recientemente lograron materializar eso que tanta ilusión les hacía.

El castillo está ubicado en Porumbacu de Sus, condado de Sibiu, Runamía.

Ellos son Razran y Gabriela Vasile, un feliz matrimonio que siempre soñó con tener un castillo como el de los cuentos de hadas que impresionara a todos por la maravilla de su estructura y su elegancia.

Ambos cantantes de profesión deseaban hacer de su hogar la más divertida y cautivadora construcción, tan perfecto y con detalles oníricos que sus visitantes sintieran que estuvieran protagonizando su propio cuento de hadas.

Casualmente, la pareja construyó el castillo en el condado de Sibiu, en el mapa turístico del mundo.

Todo comenzó cuando decidieron decirle adiós al ajetreo de la ciudad, vendieron todo lo que tenían y fueron a perseguir su sueño, tener un hotel único con materiales orgánicos a base de arcilla, madera, cal y piedra. En poco tiempo construyeron el Castillo de Clay del Valle de las Hadas.

Esta construido con materiales 100 % orgánicos.

Tras encontrar el lugar perfecto rodeado de montañas, con un río que bordeaba el campo Gabriela sintió que solo necesitaban el castillo y las hadas para recrear un lugar encantado.

Incluso había un perrito considerado el principal dueño de la finca, cuando Razran y su esposa lo encontraron abandonado en un barranco, sin pensarlo lo hicieron parte de la familia.

Azor es el nombre del adorable peludito.

Con la ayuda de Ileana Mavrodin, un apasionada de la arquitectura ecológica hicieron posible la construcción del castillo.

La increíble construcción tiene una estructura de madera, los muros están hechos con una mezcla de arcilla y están cubiertos con cal hidráulica, los techos están cubiertos de tejas batidas a mano. Se utilizaron dos kilogramos de clavos.

El éxito de la empresa familiar es la sencillez.

Los techos fueron diseñados para reflejar la nitidez de las cimas de las montañas que se pueden ver desde dos torres adoquinadas.

El menú será elaborado con ingredientes orgánicos, de productores locales de la zona, por ahora, los turistas pueden elegir comer en el patio junto al río.

Entre las opciones ofrecen carnes a la brasa, hasta guisos o frijoles, pollo o ternera. Los turistas también podrán disfrutar de un hermoso patio de recreo, pero por ahora el área está cerrada debido a las restricciones por el COVID-19.

Estos dos adultos mayores hicieron realidad su sueño, ofrecen tranquilidad y sencillez, afortunadamente, no se encuentra en una zona de cuarentena por lo que el recinto está abierto al público siguiendo todas las medidas de bioseguridad.

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