Nace en el baño de una gasolinera, la abandonan y sobrevive gracias a desconocidos

Todos los niños deberían recibir amor y protección desde que abren por primera vez sus ojos. Pero lamentablemente, los derechos de algunos pequeños son vulnerados por quienes se supone que son los responsables de velar por su bienestar físico y emocional.

Tal como le sucedió a esta pequeña que nació en el baño de una estación de servicio en Argentina y fue abandonada en la basura.

Cuando Faustina nació fue rescatada por el encargado de la estación de servicio, los empleados y un policía que transitaba siempre por la zona la encontraron.

Han transcurrido tres años desde ese momento, y él no logra olvidarlo. Era un domingo, 01 de noviembre de 2015, cuando Alberto Baduán, de 55 años, quien se encargaba de la estación de servicio Oil de Lisandro de la Torre y Directorio, estaba viendo un partido de fútbol de dos equipos locales.

Él saludó al cabo Roberto Sosa, de la policía Federal, quien dejó su auto en la estación de servicio como hacía con frecuencia. Habían hecho una bonita amistad conversando sobre fútbol.

Natalia, de 37 años, también empleada del establecimiento, se encargaba de la tienda. Ese día llegó un cliente de menos de 30 años con voluminosas rastas en su cabello pidiendo toallas sanitarias con alas.

Le llamó la atención que a pesar de decirle en tono de broma que “esas se volaron”, el cliente comprara tres paquetes de otro tipo para dárselas a una niña de aproximadamente siete años que se dirigió al baño de mujeres.

Una mujer llamada Lorena, que trabajaba en la estación de servicio encargándose de la limpieza del baño y facilitándole a los usuarios papel y jabón a cambio de propina, le pidió a Alberto que fuera a los sanitarios.

Ella le advirtió que había mucha sangre en el suelo del baño y le señaló la bolsa de residuos, resaltó que estaba extrañamente pesada. Pensaron que alguien podría haber dejado quizás el cuerpo de un animal entre esa basura.

Pero entre esos residuos estaba Faustina, una bebé recién nacida con el cordón umbilical adherido a su cuerpo. Estaba inmóvil, cuando Alberto trató de levantarla el cordón se tensó porque estaba sujeto a la placenta y él tuvo temor.

“Tuve miedo de que se rompiera”, confesó. Trasladaron la bolsa a un lugar más cómodo y rescataron a la bebé.

Natalia, tiene tres hijos y un carácter especial para atender a clientes que suelen ser difíciles, como camioneros y choferes. Ella con valentía se acercó para alzar a la bebé ensangrentada, su piel estaba azul a causa de la hipotermia que sufría.

De inmediato, la puso contra su pecho y la abrigó, cuando sintió que la bebé respiraba suspiró aliviada.

Alberto no dudó en contactar a su amigo policía, todos estaban realmente indignados y alarmados por la situación. También llamó a los servicios de emergencia.

“Si en veinte segundos no viene la ambulancia, cargamos a la criatura y la llevamos al hospital”, dijo el agente.

Él no había terminado de hablar cuando escucharon la sirena de la ambulancia, los paramédicos cortaron el cordón umbilical de la bebé y enseguida rompió en llanto.

La trasladaron al Hospital Santojanni, Alberto se dirigió al lugar en compañía de Karina, su esposa, y Natalia.

Los médicos les dijeron que la bebé había nacido a término, pesaba tres kilos y estaba siendo alimentada. Además, le administraban tratamiento con antibióticos porque había sido abandonada entre basura.

Los empleados de la estación de servicio la habían bautizado como Milagros, pero la doctora Eugenia Marteu, quien fue la primera en atenderla la llamó Faustina, en honor a su primogénito que se llamaba Faustino.

Ella había trabajado para la fundación Médicos sin Fronteras en Irak, le sorprendió mucho ver las condiciones de la bebé. “Casi no lloraba, tenía la piel morada, luchaba por vivir”, relató.

Al atenderla tuvo que sacar de su pequeño cuerpo los restos de basura, y papel higiénico sucio que tenía adheridos.

Después de ver las grabaciones de las cámaras de seguridad del establecimiento, vieron cómo aquel raro hombre que compró las toallas femeninas entraba y salía al baño.

Cuarenta minutos después, se veía cómo una mujer se marchaba del lugar caminando en compañía de el hombre y la niña.

Desde que se difundieron las imágenes de las cámaras captaron la atención de miles de personas. Poco después lograron ser capturados por la policía.

El hombre de las rastas, Marcos Arjona, tiene 28 años y había sido pareja de la mujer que abandonó a la bebé tras dar a luz en el baño.

Aseguró que la estaba acompañando porque se sentía indispuesta. Reveló que su nombre era Graciela Fernández, de 27 años, policía de La Matanza, y la niña de 7 años era su hija.

Cuando fue detenida, la mujer lo negó todo, pero tras someterla a exámenes médicos, comprobaron que había dado a luz ese día.

El Juez de Instrucción Hernán López, abrió una causa en su contra por abandono agravado de persona.

Aunque el 26 de noviembre quedó en libertad porque ninguno de los testigos pudo asegurar si la bolsa en la que dejó a la bebé estaba abierta o tenía un nudo. En caso de que se comprobase que ella cerró la bolsa abordarían el caso como un homicidio.

Para Alberto, encontrar a esa bebé indefensa en tan peligrosa situación, le cambió la vida. Dos veces al día la visitaba en el hospital para conocer su estado de salud.

“Un día fui y ya no estaba. Fue un impacto fuerte y desagradable”, relató el hombre. Exigió conversar con el personal sanitario y amablemente le explicaron que Faustina había entrado al sistema de adopción.

Ante sus ganas de conocer más se dirigió a una oficina de menores abandonados en Buenos Aires, y fue al juzgado que intervino en el caso.

Aunque no pudo saber sobre el paradero de la niña que incluso soñó con adoptar junto a su esposa, encontró consuelo reconocimiento que las instituciones habían actuado de la mejor forma.

Durante sus jornadas de trabajo en la estación de servicio recordaba a Faustina, incluso muchos clientes se acercaban a él para darle ropa y juguetes para ella.

Pero era demasiado tarde, ni siquiera él sabía dónde estaba la niña. Guardó todas las donaciones con la esperanza de que ella las pudiera recibir y las llevó a la iglesia del barrio.

Piensa que algún día podrá encontrar a Faustina aunque no pueda reconocerla, pero se la cruzará en la calle mientras quizás ella va a la escuela con sus padres adoptivos o a comer un helado. Él solo espera que logre ser feliz.

La emotiva historia de este rescate que afortunadamente tuvo un final feliz para la pequeña está conmoviendo las redes, no te vayas sin compartirla.

Te recomendamos