La mejor casa del mundo está ubicada en una favela de Brasil

Una casa de tan solo 66 metros cuadrados ubicada en medio de una importante favela en Belo Horizonte, capital de Minas Gerais, en Brasil, fue premiada como “la mejor casa del mundo” por el portal de arquitectura Archdaily.

La casa fue construida con materiales sencillos y está situada en un estrecho callejón de la comunidad Pomar do Cadezal. El barraco, como popularmente se llaman a las viviendas de esas comunidades, fue postulado por el principal portal de arquitectura del mundo al curso en el que compitió con edificaciones lujosas y mansiones.

Humilde casa de Brasil fue elegida como una de las mejores del mundo.

casa

Esta pequeña pero acogedora y muy sustentable vivienda logró formar parte de la lista de las 74 mejores casas del planeta, en ella se fusionó la línea academicista con el estilo de construcción de la favela.

Este trabajo arquitectónico se realizó bajo la orientación profesional de Fernando Maculan y Joana Magalhaes, una estructura que se caracteriza por el uso de materiales sencillos que hoy cosecha elogios de todo los rincones del planeta.

El dueño de la casa, Kdu dos Anjos, pidió mantener en su nuevo hogar la identidad estética y cultural del entorno. En la obra se emplearon los mismos materiales con los que se levantaron las casas en ese gigantesco complejo de favela.

“El diseño de la casa representa un modelo de construcción que usa materiales corrientes en las favelas, pero con atención particular a la iluminación y ventilación”, destaca Arch Daily en su  sitio web.

La propiedad cuenta con dos pisos y una gran terraza, todas sus ventanas son abatibles y horizontales.

Dos Anjos compró la propiedad en el 2017, lejos estaba de imaginar que en aquel terreno construiría una de las casas más lindas y sostenibles del planeta. Al respecto comentó:

“Sé bien que mi casa no es la más chic del mundo. Pero es una casa de la periferia bien construida. Lo que los arquitectos lograron es pura magia. La superficie es de apenas 66 m2, pero aquí hemos celebrado fiestas con hasta 200 personas”.

Una de las características más resaltantes de esta casa con el resto que la rodea es la disposición de los ladrillos. Para ahorrar material ubicaron los ladrillos horizontalmente, en filas intercaladas, dándole mayor solidez y aislamiento a la construcción. El arquitecto Fernando Maculan, explica:

“Esta casa se parece mucho a las casas vecinas, pero se diferencia en una serie de soluciones que la hacen más sólida y más respetuosa con el medioambiente, especialmente en términos de ventilación y luz natural”.

Si bien el resultado fue el mejor, Dos Anjos relata que al principio a los albañiles no les gustó nada la idea, ya que implicaba mayor esfuerzo y trabajo, sobre todo, para transportar los ladrillos en medio de estrechas calles.

“Los albañiles se enojaban porque les parecía que colocar los ladrillos de esta forma consumía mucho tiempo. Y tuvimos grandes dificultades para subir todo el material por las escaleras, es la última casa da la callejuela, tuve que pagar mucho dinero a los cargadores”.

La casa está valorada en unos 29.000 dólares, una inversión que sin duda dio sus frutos, no solo por formar parte de una de las listas de arquitectura más prestigiosas del mundo, sino porque ayudó a cumplir un deseo de la infancia al propietario.

“Cuando era niño, vivía en una habitación muy precaria, más aislada. Mi hermana y yo fuimos picados por un escorpión. Ganar este premio después de haber sufrido dificultades justamente por problemas relacionados con la arquitectura, representa una gran conquista”.

El dueño de la casa, Kdu dos Anjos, es un artista y líder comunitario de la favela. Nació y creció en esa comunidad, e impulsó la conformación del colectivo Levante que hizo realidad su sueño.

“Estoy muy orgulloso que mi casa haya ganado este premio, porque las noticias sobre las favelas suelen hablar de violencia, tiroteos, de casas desmoronándose, sobre muerte, y ahora estamos conversando exactamente de lo contrario, sobre vida, sobre esperanza, creatividad y emprendimiento”.

Con dos perros, una gata y 60 plantas, este artista no solo se siente bendecido por su casa y lo que ella representa, sino que agradece que el proyecto ayude a mostrar otra cara de su favela.

La realidad de los barrios no siempre está marcada por violencia o degradación. Siempre habrá otro lado que mostrar y del que poco se habla. Muchas felicidades por este proyecto que transformó vidas.

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