Le escribe una emotiva carta a la directora de la escuela para que le permita salir de clases

Se supone que los maestros deben tener una especial vocación por enseñar desde los valores, y reconociendo la importancia de comprender las necesidades de los niños.

Además, deben trabajar procurando que los estudiantes se sientan amados y respetados mientras hacen valer su derecho a la educación, al juego y a la interacción social.

Es precisamente en los primeros años de la infancia cuando se construyen los cimientos de la autoestima, se fortalece la empatía y se aprenden a regular las emociones. Por tanto, la salud mental y el bienestar de los adultos está determinado por las experiencias de su niñez durante el proceso de aprendizaje.

Pero lamentablemente no todos los adultos están conscientes del poder e influencia que tienen sobre los más pequeños, seres vulnerables e inocentes que están construyendo su destino.

Tal como el maestro de Santiago Undurraga, de sexto grado, que sin tener sensibilidad por el daño emocional que su trato podría causarle lo hacía sentir muy mal. Tanto, que el niño decidió escribirle una carta a la directora para pedirle su autorización para salirse de esa clase.

La tía del pequeño compartió la carta en sus redes sociales, comentó que su sobrino está diagnosticado con trastorno del espectro autista, asegura que en el colegio no se atienden sus necesidades especiales, y tampoco adaptan las evaluaciones a sus capacidades.

Las profesoras le piden a la madre del niño que lo lleve a un colegio especial y que incremente su medicación, pero Santiago no tiene retraso mental sino diversidad funcional.

“Mi hermana me enseñó la carta que mi sobrino escribió espontáneamente y me partió el corazón. Para ese profesor todo era una broma, pero deberían saber que las personas con autismo no comprenden los chistes. A mi no me parece gracioso.

¿Dónde está la integración escolar? ¿Dónde queda la inclusión educativa? Por favor ayúdenme a difundir esta situación”.

El pequeño Santiago dice en su carta: «El profesor Eduardo me molesta, dice que no existo, se burla diciendo «¿Por qué no vino Santiago?».

«Hace que todos se rían y eso me hace sentir triste, enojado, y ayer en su clase me tuve que esconder debajo de la mesa por eso que pasó y mis compañeros se volvieron a reír y me tuve que escapar de la sala para llorar«, concluye la carta del afligido niño que buscaba una solución.

Ojalá que su petición sea atendida, pero sobre todo, que los profesores sientan su dolor como suyo, que recuerden los momentos en los que durante su infancia fueron ridiculizados y humillados sin recibir contención y apoyo en un momento tan triste.

Comparte este mensaje para crear conciencia, todos los niños sin importar su condición merecen amor y respeto.

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