La madre de las niñas de Tenerife: su calvario de 44 días esperando que todo fuera un «teatro»

No existen palabras para expresar lo que debe sentir Beatriz Zimmermann, la madre de las niñas que desaparecieron en Tenerife junto a su padre, el pasado 27 de abril.

Tras haber cumplido 35 años, nunca perdió la fe y siempre estuvo convencida de que a pesar de las peores intenciones de Tomás Gimeno, su expareja, por hacerla sufrir en vida, ella podría abrazar de nuevo a las pequeñas Anna y Olivia.

Pero tristemente, todo se esfumó con el hallazgo del cuerpo sin vida de su hija mayor, Olivia, de seis años. Un incomprensible y desgarrador final en el caso que ha mantenido en vilo a toda España por 44 días, y que tiene a todos profundamente indignados y con el corazón destrozado.

No nos queremos imaginar lo que debió significar para Beatriz recibir esa devastadora noticia como un dardo atravesándole en el pecho.

Especialmente porque horas antes, se aseguró de hacerle saber al país entero, a través del portavoz de la familia que «no estaba derrotada, sino más fuerte que nunca». Esto después de que se encontrara una botella de oxígeno y la funda nórdica en el fondo del mar.

De hecho, confiaba en que se tratara de un «teatro» montado por el padre de las menores, y que las pruebas encontradas no eran más que un escenario para ocultar una fuga.

«Todo esto es un escenario», afirmó en la grabación difundida por su familia, recordando que su expareja estaba siguiendo la misma estrategia de «despistar» que usó con la sillita de niños para el coche localizada el primer día de búsqueda.

Cuando ayer le dijeron que los rastreadores del buque oceanográfico Ángeles Alvariño habían encontrado el cadáver de una niña en el fondo del mar, en la misma zona en la que se estaba buscando a sus hijas, quedó descompuesta.

La confirmación posterior de que el cuerpecito dentro de la bolsa era de Olivia, y que la otra bolsa estaba vacía, la lleva a pensar llena de impotencia y un dolor indescriptible, que es imposible que su pequeña bebé de apenas un año, haya tenido una suerte distinta a la de su hermana.

Ahora el cuerpo de Olivia ya ha sido llevado al Instituto Forense para una autopsia, y en pocas horas se espera conocer de qué modo perdió la vida esta criatura inocente.

Lo más insólito y que rebasa nuestro entendimiento, es que Beatriz durante todo el mes y medio de búsqueda, siempre sostuvo que el padre sería incapaz de hacerles daño. Estaba segura que no era más que una venganza contra ella y su nueva pareja, quería verla sufrir porque realmente temía perder el amor de sus hijas.

Para la madre, «nada» de lo que iba trascendiendo de la investigación tenía «sentido». Afirmó que si su expareja hubiera cometido «una locura tan sumamente grave», es decir, acabar con la vida de sus hijas, lo hubiese realizado todo de una forma mucho más rápida y sencilla.

En sus cartas y comunicados a través de redes sociales, Beatriz aseguraba que Tomás las adoraba. Sin embargo, trascendió que después de él haberles quitado la vida, se comunicó con la madre, e insistió machaconamente que «cuidaría de ellas». Tristemente, no fue así.

 

UNA FORTALEZA ADMIRABLE

A lo largo de todo el operativo en unos de los casos de menores desaparecidos más mediáticos en España, Beatriz ha preferido mantenerse totalmente al margen de los medios. Y solamente a través de una cuenta de Instagram creada por su familia @bringkackhomeannaandolivia, se ha podido saber cómo ha afrontado este calvario en vida, por el que ninguna madre debería pasar.

«Espero que donde estén Anna y Olivia se sigan sintiendo princesas. Que sigan siendo fuertes y que mantengan la esperanza de que su madre las está esperando», decía.

Incluso quiso agradecer todo el apoyo, y el despliegue masivo en redes para encontrarlas, consciente de que «tanto amor le estaba llegando a sus hijas también».

«A veces solo quiero morirme, pero pienso en mis niñas y lo que querrán ellas y saco fuerzas para seguir adelante», se sinceró en otro momento.

Hablaba de lo tremendamente difícil y duro que era estar sin sus pequeñas, de lo interminable que se le hacía la espera hasta que regresasen, de lo desesperante que era el no saber; la incertidumbre, el no poder abrazar a sus hijas y la impotencia de no poder hacer nada al respecto.

Sin embargo, el pensar que pronto podrían estar las tres juntas de nuevo la hacía sobreponerse a esa montaña rusa de emociones. Así lo escribió junto a un video de Olivia que desgarra:

«Tantos sueños por vivir mi Oli, tanto que compartir junto con tu hermana Anna, las tres juntas. Las tres viviendo como cualquier familia, eso es lo único que pido. Ahora mi único sueño es que estemos juntas y que sea como sea el futuro que nos espera, nada nos separe»:

«Por Olivia, por Anna… somos fuertes. No pararemos hasta que vuelvan a casa», fue algo que siempre repitió, pero ahora son palabras que se las lleva el viento, para dar paso al llanto, al duelo y al desconsuelo.

Aprovechemos este espacio una vez más para enviarle todas nuestras muestras de solidaridad a Beatriz, la madre coraje que nunca perdió la esperanza. A quien le arrebataron sus hijas por violencia machista vicaria (todo dolor infligido por los padres a los hijos con el fin último de hacer daño a las madres).

Momento para que nos cuestionemos como sociedad, y alcemos la voz para que ni un solo pequeño más tenga que pagar con su vida los problemas de sus padres, ni una sola mujer más sea víctima de una atrocidad así. ¡Comparte esta noticia!

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