Huye de su país y agradece a quienes les compran las pulseras que hace para sobrevivir

La grave crisis económica, política y humanitaria que vive Venezuela es una problemática que ha causado mucho daño a los habitantes de ese país. Casi seis millones de sus nacionales han emigrado por obligación, tal es el caso de Pancho, lo que ha tenido que hacer para poder ayudar a su familia es realmente conmovedor.

Ha salido de su país, como muchos connacionales, para ayudar a su familia

Pancho es un venezolano conversador y de carácter afable, siempre ha sido emprendedor, pero en los últimos años su país ha ido empeorando al punto que la mayoría de las familias difícilmente pueden costear la canasta básica de alimentación.

Vivía en Caracas, pero ante la realidad no tuvo más alternativa que buscar otros horizontes y escogió a El Salvador como la opción para intentar comenzar de cero.

Empacó en su maleta todos sus sueños y esperanzas

El caso es que no todos los que se van lo hacen por gusto, sino más bien por la extrema obligación, al ver que cada día la hiperinflación devora los menguados ingresos de los trabajadores. El sueldo mínimo mensual, o la pensión por jubilación, está cerca de los tres dólares, y los precios de los bienes y los servicios se hacen inalcanzables.

“¿Quién pueden vivir con eso?, la están pasando mal esas personas”, dijo una empática usuaria.

Después de varios procesos de reconversión monetaria, los cuales no han dado resultado, el Bolívar, que es la moneda nacional, ha perdido valor al punto de que es más costoso el papel del cual está hecho que lo que se puede comprar con él.

Todo eso hizo que Pancho tomara su bolsa de viaje, metiera lo mínimo necesario y se fuera dejando atrás a su familia, con la esperanza de recibir su ayuda una vez consiguiera algo en qué trabajar.

Pancho comenzó a relacionarse con los salvadoreños a quienes les tiene mucha estima y consideración por la receptividad que le han tenido desde el principio. Tenía que comenzar a trabajar en algo de inmediato y se le ocurrió la idea de fabricar pulseras y otras piezas de tipo artesanal que fueron muy bien recibidas.

“Son personas trabajadoras, su forma de ser es buena y de gran valor, son personas mágicas”, dijo el venezolano sobre los salvadoreños.

Una vez que tiene listo un paquete de sus productos, sale a la calle a ofrecerlos, ya muchos lo conocen, se dan cuenta de que es un hombre serio y responsable y la clientela ha ido aumentando. Tal vez, darse cuenta de que es un trabajador venezolano que está necesitado contribuye a que le compren, pero no es menos meritorio el hecho de que sus artículos son realmente bonitos y su trato muy amable y cordial.

Con el dinero que se gana cubre sus propios gastos, deja un poco de ese ingreso para seguir invirtiendo en los materiales de fabricación y una parte es fija para las remesas que envía a su familia en Venezuela.

Aunque el monto que envía a Caracas pueda parecer irrisorio para el común de los países latinoamericanos, su familia puede comprar por lo menos los alimentos básicos.

Roguemos para que, algún día, ninguna familia del mundo se vea forzada a separarse para poder sobrevivir.

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