Lizzy Howell es una joven que ha logrado inspirar a muchos con su historia. Cuando nos imaginamos una bailarina, es muy poco probable que pensemos en alguien con la apariencia de Lizzy gracias a los estereotipos establecidos para esta disciplina.
“La mayoría de las bailarinas son delgadas pero yo no. Creo que por eso algunas personas pueden sentirse inspiradas con mi historia”, dijo Lizzy.
Sin embargo, esta talentosa chica ha bailado desde niña y ha demostrado que la talla no debería ser ningún inconveniente para hacer realidad nuestros sueños.
Su camino ha estado lleno de obstáculos e incontables especialistas en el área de la danza le dijeron que simplemente debía renunciar. Afortunadamente, ella no los escuchó.
“Desde que comencé a bailar escucho los comentarios y veo que me juzgan. Decían que jamás lo lograría”, recuerda Lizzy.
Lizzy perdió a su mamá a muy temprana edad en un accidente automovilístico. Desde entonces, comenzó a vivir con su tía y se refugió en el baile para sentirse mejor.
Lizzy tiene 19 años de edad.
Lo que comenzó como un simple pasatiempo pasó a convertirse en su verdadera pasión. Lizzy tenía muchísimo talento y adoraba pasar largas horas de práctica para perfeccionar sus movimientos en diferentes estilos de baile.
“El baile es lo que más amo. Es lo que me ayuda a seguir adelante”, dijo Lizzy.
Por desgracia, todas las clases de baile se veían interrumpidas por comentarios y tratos injustos con respecto a su aspecto.
“En una clase una chica me pisó a propósito y no pude seguir bailando el resto del día. Me sentí muy mal y avergonzada. Al día siguiente logré volver a bailar, hice una audición y me gané una beca”, recuerda Lizzy.
A pesar de todas las críticas, Lizzy siempre ha sobresalido por su talento. Ha ganado importantes premios y ha participado en eventos como Eurovisión. En medio de todo esto, la joven ha tenido que lidiar con un diagnóstico muy delicado.
Lizzy ya tiene 13 años de experiencia en el mundo de la danza.
Los médicos descubrieron que Lizzy sufre de un pseudotumor cerebral. Se trata de una afección de hipertensión que puede producir episodios de ceguera, dolores de cabeza, zumbidos en los oídos y una serie de problemas en el ritmo cardíaco.
Lizzy vive en Delaware, Estados Unidos.
Afortunadamente, Lizzy nunca ha parado de luchar y ha logrado salir adelante en medio de todas estas dificultades. Si hay algo que nos ha enseñado esta valiente joven, es que nunca debemos dejar de perseguir nuestros sueños.
A través del testimonio de Lizzy otras personas pueden inspirarse a lograr aquello que más anhelan confiando en sí mismos. Compártelo.