Convierte su humilde casa en una escuela para ayudar a otros niños que no pueden estudiar

Debido a la pandemia por coronavirus, estudiantes de todo el mundo han tenido que despedirse de las instalaciones escolares a las que asistían y comenzar a tomar clases de manera virtual.

Lamentablemente este tipo de educación no ha sido accesible para todos, pues la realidad es que son muchos los alumnos que no cuentan con teléfono móvil, ordenador, internet y/o televisión.

Afortunadamente hay personas que se preocupan por el prójimo y están dispuestos a ayudar. Un ejemplo de ello es el pequeño Dani de 14 años, quien recibe diariamente en su casa a 10 pequeños estudiantes de escasos recursos deseosos por aprender.

En el poblado San Isidro, provincia de Camaná en Arequipa, Perú, vive Dani Raúl Huisacayna de 14 años, mejor conocido por sus amigos como Daniko, un joven bondadoso que cursa el tercer grado de secundaria.

En vista de que varios niños de su zona no poseen los suficientes recursos para acceder a las clases virtuales, Dani decidió ayudarlos poniendo a disposición su domicilio y su persona para brindarles orientación en lectura o dudas que tengan de cualquier curso a partir de las 14:00 horas todos los días.

Todo comenzó a mediados de abril cuando estableció en su hogar una pequeña escuela improvisada con un único alumno que se acercó a petición de su madre que no sabía leer.

La solidaridad de Dani se hizo conocida entre todos sus vecinos y, al día siguiente, otros dos pequeños llegaron a su hogar ansiosos de aprender. Dani los recibió amablemente y con ayuda de su madre improvisó un centro de estudio en la parte trasera de su casa con una pizarra, un plumón y sillas para sus alumnos.

No pasó mucho tiempo para que los alumnos de Dani crecieran a 10 y su espacio educativo se hiciera conocido bajo el nombre de “Aprendo en casa con Daniko” donde no sólo recibe a vecinos suyos sino también a 2 pequeños de escasos recursos que caminan 20 minutos hasta su casa con la ilusión de aprender.

“Yo me siento feliz cuando enseño porque siento motivación de ellos, tienen las ganas como yo de querer aprender siempre más”, mencionó Dani.

Para poder ingresar a la escuelita los alumnos deben portar sus mascarillas y lavarse las manos por el beneficio de todos. La mayoría de los pequeños llegan con dudas de matemáticas, una de las materias favoritas de Dani que desde la primaria ha llenado de orgullo a su familia por su alto rendimiento escolar y sus diplomas.

El sueño de Dani es ingresar a la carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad Nacional de San Agustín dentro 3 años, por lo mientras espera seguir aprendiendo de la escuela, su familia y de sus alumnos que le llenan de tanto orgullo y motivación.

Dani aclaró que, si bien su vocación no es la enseñanza, el apoyo social sí lo es y lo llevará dentro de sí toda su vida; asegura además que mantendrá abiertas las puertas de su casa a cualquiera que quiera aprender incluso después de la pandemia.

El admirable gesto de Dani hacia sus semejantes es invaluable, no hay duda de que cuando se quiere ayudar no hay excusas y que no importa cuán difícil sea la situación en la que nos encontremos siempre debemos mantener un corazón cálido.

Comparte esta inspiradora historia con todos tus amigos y hazles saber que la vida es mejor ayudando.

Te recomendamos