Acude a la justicia para demandar a su esposa porque «no lava, no plancha y no cocina»

Si bien el discurso de igualdad de género adquirió fuerte legitimidad, aún queda mucho por aprender sobre la distribución equitativa de las responsabilidades que deben asumir hombres y mujeres dentro del hogar. Al no estar claro, esto puede convertirse en una excusa perfecta para pedir el divorcio cuando una de las partes se sienta insatisfecha al ver que su pareja no cumple con las actividades domésticas.

Al menos, esto fue lo que pasó a un hombre que dio un testimonio desesperado al juez con la intención de separarse de su esposa.

“Mi mujer no lava, no plancha y no cocina: quiero el divorcio”.

Estas fueron las palabras que el hombre pronunció ante el tribunal en Italia, solicitando separarse de su esposa porque no estaba realizando las tareas domésticas.

Lejos estaba de imaginar que su testimonio se haría viral y causaría el rechazo no solo del juez, Paolo Rizzi, quien estaba cargo del caso, sino de miles de internautas que repudiaron sus palabras.

Ante el argumento del hombre, el juez Rizzi no pudo evitar su indignación y se negó ante la petición del esposo “desesperado”, principalmente, porque no se pudo comprobar si había un contrato entre él y su esposa en el que se especificara que sobre ella recaía el 100 % de las tareas domésticas.

Ante el absurdo argumento para pedir el divorcio, el juez Rizzi dejó claro que cuando dos personas se casan las responsabilidades del hogar recaen en un 50 y 50. En base al código civil italiano, el juez destacó:

“Con el matrimonio, el marido y la mujer adquieren los mismos derechos y asumen los mismos deberes. Del matrimonio deriva la obligación mutua de fidelidad, asistencia moral y material, colaboración en interés de la familia y convivencia.

Ambos cónyuges están obligados, cada uno en relación con su propio patrimonio y su capacidad para trabajar profesionalmente o en casa, para contribuir a las necesidades de la familia”.

Como si fuera poco, el funcionario sentenció que las acciones del hombre eran sometimiento contra la mujer, por lo que consideró inadmisible la situación y negó en su totalidad la petición del hombre.

El juez agregó al respecto:

“No es admisible una situación de sometimiento de uno para realizar labores de mero cuidado del orden doméstico, a lo que, además, se requiere también a los niños, con miras a una educación responsable”.

El caso sirvió no solo para demostrar que ya no hay roles que sean exclusivos de cada género, sino que es responsabilidad de todos y cada uno de los miembros del hogar ayudar con los quehaceres.

Después de todo, es necesario realizar acuerdos en una relación donde ambas partes apuesten por el bien común.

Sin duda, el mundo cambia y con ello la manera de ver las cosas. Comparte esta historia en tus redes y déjanos saber tu opinión.

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