La broma que quisieron hacer en un museo de Rusia tuvo un final completamente inesperado

A todas las personas nos encantan las bromas, es divertido jugar y confundir a los amigos. Es algo que nos gusta tanto que hasta tenemos días enteros dedicados a las bromas como “El día de los inocentes” o su versión inglesa el “April´s fools” (Los tontos de abril).

Por eso cuando a los encargados del Museo Serpukhov de Arte e Historia decidieron planificar una pequeña broma con las aplicaciones de trabajo, no se imaginaron lo que sucedería. Todos se tomaron en serio su pequeña jugarreta y el nuevo empleado quedó oficialmente contratado. Esto es verdaderamente una disparatada y fuera de serie anécdota laboral.

Este es Maray, el nuevo portero del museo.

Maray es un gato hermoso que empezó a pasearse por las afueras del Museo hace un par de años.


Fue nombrado en honor a la Sra. Anna Maraeva, la antigua dueña del Museo, quien amaba los gatos.

Le gusta jugar y se ganó el amor y la atención de todos los que visitan o trabajan en el Museo.

Por eso cuando llegó el día de las bromas de abril, los miembros del Museo decidieron hacer una pequeña broma con las aplicaciones de trabajo. La idea era sencilla, escribieron una solicitud de empleo falsa en nombre del minino y la pusieron en sus redes sociales. La solicitud del gatito iba directo al grano.

“Soy el gato Maray y cómo me considero un pariente de Maraeva por haber sido nombrado en su honor, les pido que me den trabajo en el museo.
Firma: Maray, el gato.”

Los miembros del equipo hasta hicieron un garabato de una huellita de gato para simular la firma de Maray.

La cuestión es que los medios y las personas de las redes sociales ¡se lo tomaron muy en serio! por eso empezaron a enviar mensajes y solicitudes pidiendo información y entrevistas al nuevo portero.

El Museo entonces decidió hacerlo oficial y así Maray se convirtió en el nuevo portero.

Sus labores consisten en saludar a los visitantes, maullar bonito y darles la bienvenida al Museo. 😆

Las personas aman a Maray quien está allí de 9 a 5, tomándose selfies y cumpliendo sus obligaciones gatunas.

Se comporta a la altura y se ganado el cariño de todo el personal y los visitantes.

El museo le paga con sandwiches, hamburguesas para el almuerzo y pescado para la cena. ¡Ñam, ñam!

Mashable

¡Que alocada noticia! pero me encanta esta iniciativa para avocar por los derechos y cuidado de los animales.

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