En las islas paradisíacas de Hawai se esconde un oscuro y desagradable secreto

Remotas y salvajes, las costas hawaianas son conocidas por su belleza natural. Sin embargo, Kamilo Beach, una playa lejana en el distrito rural Ka’u de la Isla Grande, no podría estar más lejos de esa concepción. Esta antigua maravilla natural hoy luce más como el paraíso de la basura, a pesar de sus piscinas con olas y sus rincones de piedra de lava.

 

Basta echar un vistazo para darse cuenta de que esta playa perdió su esplendor bajo toneladas de desperdicios. Algunos la llaman «La playa de plástico».

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En la orilla de esta playa no encontrarás conchas de mar ni cangrejos haciéndose paso en la arena, sino cepillos de diente, filtro de cigarrillos, fragmentos de plástico, botellas de cualquier tipo, redes de pesca, pajillas, entre otros miles de desechos, todos con etiquetas en muchos idiomas, de todas partes del mundo. Kamilo Beach es un cementerio de basura del planeta tierra y, al mismo tiempo, un recordatorio permanente de que no podemos deshacernos realmente del plástico.

Hace unos pocos meses, la Hawaii Wildlife Fund recolectó y se llevó aproximadamente 7.000 kg de basura. La playa quedó bastante limpia, sin embargo, no se sabe cuánto tiempo podrá permanecer así.

¿De dónde viene la basura?

La costa sureste de Hawái está ubicada relativamente cerca del gran parche de basura del Pacífico Oriental, el cual forma parte de una zona donde la basura converge masivamente, conocida como El Gran Parche de Basura del Pacífico. Dichos parches son el resultado de la presión oceánica y atmosférica que empuja los objetos que flotan libremente en el mar hasta un área determinada.

Sin embargo, los desechos no se acumulan en una gran isla de basura, como muchas personas piensan, sino en unas especie de nubes de polución, compuestas en su mayoría por partículas microplásticas o pequeños pedazos de plástico de menos de un cuarto de pulgada.

Los restos del parche de basura del Pacífico a menudo se depositan a lo largo del archipiélago hawaiano.

Nora

«El archipiélago hawaiano actúa como un tamiz, recogiendo los escombros que flotan alrededor del Océano Pacífico y acumulándolos a lo largo de nuestras costas», explica Megan Lamson, quien trabaja para la Division of Aquatic Resources del Estado y ha participado en exhaustivas limpiezas de Kamilo Beach por años.

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Hubo un tiempo en el que los nativos hawaianos solían recoger las grandes tablas de madera que llegaban a la orilla para usarlas como piraguas. Actualmente, solo podrían encontrar desperdicios en la arena. Esta es una situación que se viene dando desde 1980.

Esta fotografía fue tomada entre 1984 y 1987 por Noni Sanford, residente y voluntario en Hawaii Wildlife Fund.

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Antes de que el plástico tomara la costa de Ka’u, Sanford recolectaba madera en Kamilo Beach para los proyectos artísticos de padre. Luego, en el 2006, ella comenzó a coleccionar basura para sus propios proyectos.

«Si excavaras en la arena, a través de las rocas, y usaras tus manos como un tamiz, te darías cuenta de que encontrarías más plástico que arena», comenta Alison Teal, una activista local, «Es muy triste ver cómo cubre todo lo que te puedas imaginar».

Asimimismo, es sorprendente lo inevitable que es encontrar microplásticos en el océano, especialmente en las costas de Kamilo.

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Aún no se sabe si las limpiezas que se han hecho esta playa son suficientes para mantenerla libre de toda la basura que se acumula en la orilla, no obstante, son varias las organizaciones que están tratando de innovar con el uso de los desechos.

Por ejemplo, hace tan solo unas semanas la Hawaii Wildlife Fund envió redes de pesca de nylon desechadas, que fueron encontradas en Kamilo, a la isla de Oahu para ser convertidas en energía como parte del programa Net-to-Energy de NOAA.

«La solución no está en animar a más gente a venir a limpiar Kamilo, sino en reducir la dependencia de los humanos al plástico, sobre todo a los artículos que solo se usan una vez y sin los cuales podemos vivir»

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Con un estimado de 8 toneladas métricas de plástico que llega al océano cada año, es necesario entender que detener este problema, creado imprudentemente por nosotros mismos, es una responsabilidad que nos concierne a todos. Estamos provocando la destrucción de nuestro propio hogar y, si no tomamos consciencia al respecto, acabaremos aniquilando toda la vida en la tierra más rápido de lo que jamás imaginamos.

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