Fue la única que creyó que su hijo discapacitado valía la pena y podía lograr sus sueños

Cuando nació Ding Ding, en 1988, los doctores fueron muy crueles con su madre. El pequeño sufrió en el parto y tuvo unos minutos sin recibir aire, esto le causó parálisis cerebral. Los profesionales le dijeron que no tuviera muchas esperanzas en el futuro de su hijo.

Además le aseguraron que no tenía sentido tratar de educarlo porque iba a crecer con discapacidad o con una inteligencia muy baja.

Zou Hongyan no estaba dispuesta a aceptar el diagnóstico de los médicos. Incluso se divorció del padre de Ding Ding, que también creía que era una pérdida de tiempo invertir en la educación del pequeño.

Zou y Ding Ding.

Desde que Ding Ding era pequeño su madre lo estimuló para que superara sus problemas.

En ese momento vivían en la región central de China, y nunca esperaron que su hijo terminara estudiando en una de las mejores universidades de Estados Unidos: Harvard.

Zou, para mantener al pequeño y darle el tratamiento adecuado, tenía más de un trabajo: maestra en una escuela de Wuhan, asesora en protocolo y vendedora de seguros.

La mujer hizo todo lo posible para que su hijo no fuera tratado como un discapacitado y lo llevaba a sesiones de rehabilitación todos los días. Además aprendió a masajear sus músculos, para que se desarrollaran normalmente.

Y como si fuera poco, durante las horas de ocio, compartía la pasión por los rompecabezas y juegos de ingenio con su hijo.

Nada iba a interponerse entre su hijo y su futuro. Zou hizo todo lo posible para que Ding Ding superara sus problemas lo más pronto posible.

Zou aprendió todas las técnicas para continuar trabajando en casa con su hijo.

Y todos esos años de paciencia y amor, dieron los resultados esperados. Y más.

Un ejemplo de esto lo representa perfectamente la anécdota sobre los palitos para comer. Ding Ding no podía sostenerlos, y la familia estaba dispuesta a ayudarlo a comer, pero en lugar de eso, su madre decidió que iba a entrenar todos los días hasta que aprendiera a usarlos.

El joven tenía problemas de coordinación y en sus movimientos, pero poco a poco, los dejó atrás gracias al amor y la paciencia de su madre, que lo ayudó a mejorar todos los días.

“No quería que se sintiera avergonzado por sus problemas físicos” asegura Zou. “Porque tenía problemas en las habilidades, fui muy estricta con él para que trabajase todos los días para superar sus dificultades”.

Ahora, a los 29 años, Ding Ding es un ejemplo de estudiante, se graduó en Ciencias Ambientales en la Universidad de Pekin en 2011 y continuó cursando un master en la Escuela Internacional de Leyes.

Tras dos años, empezó a estudiar leyes en Harvard, la prestigiosa universidad de Estados Unidos.

Ding Ding, superó todos sus problemas y demostró que su madre tenía razón: él era igual a cualquier chico del mundo.

El joven, estudió en China pero realizó sus estudios superiores en Estados Unidos.

Sabe que su madre fue su mentora, quien la ayudó a crecer y superar sus problemas.

Pero ahora asegura que extraña mucho a su madre, que vive en Jingzhou, en la provincia de Hubei, China, mientras él vive en el campus de la Universidad.

“Mi madre es mi mentor espiritual” asegura Ding Ding, mientras que ella lo ve como su hijo, pero también como “su mejor amigo”.

¡Comparte la increíble e inspiradora historia de amor y esperanza!

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